LIBRO 1
¿Qué es lo que pasaría, si la muerte te perdonara la vida?
¿Si aquel ser extraño al que muchos le temen, pudiera
¿De verdad aquel ser es tan cruel y despiadado? O sólo es un ente que vaga solo en las penumbras, un ser odiado por muchos y...
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Estuvimos un tiempo observando si es que no había algún vigilante de Lilith. Todo parecía ser tan sencillo, y eso es lo que más nos ponía en alerta, no iba a ser sencillo, no podía serlo. Había algo que no estábamos viendo, pero no sabíamos que cosa con exactitud.
Había un silencio sepulcral, ya había oscurecido y ni siquiera se había escuchado el alboroto de los pájaros para pelearse por los pocos árboles que conservaba aun la ciudad. Pensé en como era que a pesar de la contaminación y del poco alimento a su alcance aun seguían peleando por sobrevivir, muchos lo habían logrado, la esperanza aun en medio de esta ciudad había resistido las inclemencias del tiempo y de la maldad de los humanos.
Los edificios más pequeños se habían desmoronado casi por completo, cayendo estrepitosamente. Para Adam no estaba siendo sencillo tener paciencia y aguardar, quedarse quieto y ver como su ciudad, esa ciudad dónde había crecido estaba siendo devorada por la oscuridad. Veía que cada vez que se escuchaba ese sonido so rostro se enrojecía y apretaba los puños, debía de ser difícil ver como desaparecía su mundo, sin poder hacer nada, le ayudaba saber que no podíamos simplemente llegar y atacar lo que estaba ahí, del otro lado de ese halo de destrucción.
—¿Estás seguro que debe estar en la iglesia?— Le pregunté a Canek, para evitar esos pensamientos en mi cabeza.
—Tiene sentido, además está en el centro de la ciudad y me atrevería a decir que ahí es dónde estaba escondido su artefacto favorito. La media luna, en realidad es lo más parecido a su tiara. Es por eso que cuando fue expulsada del trono de los dioses fue escondida en nuestro mundo, sin embargo la robé para cambiarla por ella.—
—¿Por Lilith?— Contesté enfadado.
— No Nahek, por alguien que tú ni siquiera recuerdas, alguien que no merecía el mismo destino que esa devoradora. Alguien que tú sacrificaste. — Me contestó está vez con melancolía. — Quizás no haya sobrevivido o ella estaría aquí.— Dijo más para sí mismo Canek.
— Canek , yo no recuerdo nada, y no sé si quiera hacerlo.— Le contesté como un susurro. Nadie debería escucharnos.
— No te preocupes, cuando llegue el momento seré yo quién te recuerde tus pecados Nahek.— Me dijo como una sentencia, al menos así lo sentí. No tenía ganas, ni era el momento para discutir con él. A mi pesar Canek era de gran ayuda, además se notaba que él odiaba a Lilith, aunque ella era su madre, la madre de los dioses aztecas. Pero entonces Nahek no sólo era un demonio. Él era un dios, al igual que nosotros. ¿O acaso por eso decía que no eramos exactamente hermanos? Ni siqueira imaginaba que Canek y yo pudieramos compartir algo.
— ¿Quieres saber más de su media luna o prefieres que te cuente tu historia?— Me contestó evadiendo el tema.
— Sigue hablando de lo que nos interesa ahora Canek.— Le dije con seriedad.
— La mujer del destino me lo quitó, ella y la otra mujer. Ambas lograron engañarme y lo escondieron, para evitar que Lilith fuera liberada, lo escondieron al mundo. Pero para ella, para la devoradora buscar su propiedad es pan comido. No tiene todo su poder, pero aún así esta tierra le obedece, es suya la cuido por mucho tiempo, ella creo casi todas las especies. Se encargo de darles color y vida. Es por eso que está tan enfurecida, quiere destruir este lugar y volver a hacer uno nuevo. Pero no sólo es eso, primero quiero llenar este mundo de oscuridad, vengarse por cada una de sus creaciones que han sido maltratadas, por cada río contaminado, que utilizaba para bañarse y admirarse. Y mandar todas las almas de los humanos al lugar donde ella fue encerrada. No tendrá piedad, más después de tantos eones, eternidades encerrada, seguro que esta más que molesta.—