Soy la dama, la que cuidará tus huesos, tu polvo, tus restos estelares,soy la dama de la noche, de las estrellas, la dama negra que cuidará de su rey.Soy aquella que permitirá la entrada de los que pasen por mis mundos, soy ella.
Mictecacihuatl/Mictlantecihuatl
¿Quién soy? No lo sé. Tantos siglos, eones... Tiempo que sería incontable para los humanos, por ello el tiempo es un concepto relativo para mí, un concepto que se volvió relevante cuando la conocí. Cuando ella me miró y algo cambió en mí. Tantas vidas que he apagado, que me he encargado de llevar a donde pertenecen, que mejor no pienso en el número que podría llevar a la locura a cualquiera, no obstante también he visto cosas incomprensibles suceder en el último instante, ese instante que los separa de mi reino, de la muerte, y resurgen como esa ave mítica de los libros humanos. Cuál fénix, sería la expresión que usarían.
He vagado por este mundo, entre ambos creo que sería lo correcto decir, pero no con un cuerpo físico, siempre escondido entre las sombras, confinado desde el principio de mi existencia a la soledad, a ser el único de mi especie. Supongo que lo fatídico de mi propia existencia, y lo letal de mi toque trae de forma inherente mi soledad, el ser despojado de cualquier tipo de conexión con el mundo.
Todos me temen, y ruegan por que nunca llegue por ellos, pese a ello todos tienen cita agendada conmigo, sin remedio alguno desde el momento de su nacimiento, esa es la naturaleza del ser humano... Crecer... Morir.
No soy ángel, ni demonio. No soy luz y tampoco oscuridad. Sólo la sentencia de toda la humanidad desde que nacen. Sólo soy la única verdad y el único destino que tarde o temprano a todos alcanza. Soy lo más certero de su vida, de lo que nunca dudan que llegará. Soy esa sombra que los acompaña de toda su vida y le da valor a su existencia. Después de todo hay algo romántico en saber que todo tiene un fin, a pesar de ello muchos deciden gastar el precioso regalo que se les da.
Ante mi todos son iguales, ante mi todos los prejuicios, ideas, amores se hacen difusos y al mismo tiempo las verdades, aquellas que en vida esconden los seres humanos en lo profundo de sus corazones tienen el coraje de salir a la luz.
El pobre y el rico, son iguales. Pues no hay riqueza alguna que pueda comprar más tiempo conmigo. Y sus riquezas pertenecen al mundo terrenal, no al de los muertos.
Excepto... Por aquella pequeña criatura. Aquella bebé así llaman a sus pequeñas criaturas los hombres.
Había acabado de apagar la vida de su madre cuando ella nació. Todo el mundo pensaba que no iba a sobrevivir. Aquella criatura aún estaba en el vientre de su madre cuando esta murió. Y aún así esa pequeña criatura se aferró a la vida.
Aquellos hombres enfundados en trajes azules la sacaron. Y ella no lloró, o se movió, sólo se quedó quieta, quizás esperaba a que yo me la llevara. Pero había algo inusual en ella. Y mi curiosidad por la vida humana, en ese entonces era tan grande, que desafié al tiempo, a mi mismo, a mi responsabilidad.
Y la deje vivir unos minutos más, la llevaron a limpiarla. Me acerque cuidadosamente. Mientras los doctores trataban de que emitiera algún sonido, su respiración era arrítmica, descontrolada pero podía escuchar su latir fuerte y claro.
Entonces abrió los ojos, aquella criaturita indefensa luchando por su vida, no había dado señales de movimiento o algún llanto, pero sin embargo había abierto los ojos. Sus ojos diminutos como dos lunetas marrones me miraban. Podía verme reflejado en sus ojos cristalinos y puros. Nobles...
Creo que de alguna manera podía sentir mi presencia, podía verme. Al menos eso quería creer.
Quería y buscaba sentirme acompañado, quería que alguien me viera, aunque sea por unos instantes.
Sin pensarlo. Me acerque a la bebita y la acaricie. Su mirada seguía fija en mí. Para mí el tiempo transcurría de manera diferente. Habían momentos que parecían atemporales y adimensionales.
Deposite un beso suave en su frente. Su corazón se paró por unos instantes, vi que todos los doctores iban de un lado a otro sin saber qué hacer.
Su alma, su energía se escapaba de ella, pero no deje que eso siguiera, algo me impulsó a no hacerlo, a no dejarla morir.
Me acerque a ella, lo suficiente para que mi aliento entrará por su boquita diminuta, esperaba que funcionara. Quería que ella siguiera viviendo...Le di un soplo de muerte esperando que siguiera con vida. ¿Podrçia acaso la muerte dar vida? Era lo más irracional y desafiante a lo existente, pero algo en mí no quería que aquella peculiar criaturita dejara este mundo.
Y al parecer había funcionado. La bebé ahora sí rompió en llanto y por unos breves segundos abrió de nuevo sus ojitos.
Pero estos ya no eran marrones, ahora se habían tornado grises. ¿Que había hecho?
Sería que al fin había encontrado lo que tanto anhelaba. Quizás pronto mi deambular solitario terminaría. Quizás al fin todas esas historias y mitos acerca de la dama de la muerte podrían convertirse en realidad.
Tantas estrellas, tanta eternidad y quizás al fin podría la muerte encontrar a su par.
Ambos mundos habían sido unidos en un mismo ser. Una pequeña bebita.
Había recordado una de las historias,de una de las más grandes civilizaciones que había visto desaparecer. Una de sus predilectas y que recordaba con mayor ahínco. Ya que tenían una extraña simpatía y respeto por la muerte. A él lo veían como un paso más hacía la vida que seguía, no era un final hacia la nada,ni le tenían temor, pero si le respetaban.
La civilización Azteca. Dónde había un señor y una señora de los muertos. Mictecacihuatl.
Quizás así como yo puedo ser el paso a la transición de algo hermoso y bello, aunque se me haya negado a mí.
Ella pueda ver lo bello de la muerte. Pueda ser mi amante y mi compañera, para reinar a mi lado.
Para que me ame. Para que ame a la muerte, y cure mi soledad... Un sentimiento humano, pero al parecer ella me había humanizado de alguna forma. Me gustaba que escribieran sobre mí, que inventaran esas historias, cuentos y leyendas. Pero jamás había podido creer en aquello que los humanos llaman amor hasta ahora.
¿Podía ser posible que la muerte sintiera amor?
Ya saben comentarios, lo que se les ocurra. La muerte ha dicho presente.
La parte acerca de Mictecacihuatl o Mictlantecihuatl, es verdad en el Mictlán según los Mexicas o Aztecas, Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl eran los señores del Mictlán.
Así que probablemente me vaya a basar en estos dos personajes.
Pronto, muy pronto tendré que darle rostro a la muerte. Muajajjaja
Y a ver que dice Ángela...
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Cuando la muerte se enamore
Viễn tưởngLIBRO 1 ¿Qué es lo que pasaría, si la muerte te perdonara la vida? ¿Si aquel ser extraño al que muchos le temen, pudiera ¿De verdad aquel ser es tan cruel y despiadado? O sólo es un ente que vaga solo en las penumbras, un ser odiado por muchos y...