Sin escapatoria

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Ahora tenemos que actuar rápido, seguro Lilith pronto mandara más de esas cosas. ¿No pudiste solo dejarlos? ¡No! Tenías que tratar de salvar a esos humanos.

—Tenía que hacerlo—  Le contesté.

—Sí, pero ahora nosotros estamos en problemas, más vale que nos apuremos a encontrar a Amelia, y demás humanos. En serio que tienes graves problemas, se supone que nadie debía de saber que estamos aquí.

—Tenía que salvarlos, no podía dejar que se los tragaran.

Ahora el ambiente estaba enrarecido, la mezcla de olor a combustible, algo quemado y sangre me daban ganas de vomitar. Ver aquel espectáculo era difícil de digerir. 

— ¿Estás bien?—  Preguntó esta vez Canek con seriedad, quizás estaba pálida, sentía que podía desmayarme. Sudaba frío y mis manos temblaban levemente.

— Solo necesito un momento, ese olor, la forma en que los devoraban... Yo.

Mejor traté de alejar esa imagen de mi cabeza. Ni siquiera podía resfriar a gusto, porque ese olor se metía por la nariz y hacía que todo empeorara.

 — Vamos—  Dije sin ganas, apenas podía hablar, entre el ardor en la garganta y ese olor insoportable.

Salimos por el corredor, casi todos los cuartos de hospital estaban vacíos, había cosas tiradas por todo el hospital. Batas, gasas, material de curación. 

Caminamos por el pasillo mientras cintilaban algunas luces, quizás eran las de emergencia que estaban por morir. En los cuartos se leían números que empezaban con 4, supuse que estaba en el último piso del edificio. El pasillo nos sacó a un espacio más amplio, era lo más parecido a una sala de espera. Entonces la vi, era la chica que había visto cuando estuve en el hospital, la chica que me había advertido de Nahek.

— Tú...—  Dije en voz baja.

Me miró, y luego a Canek. Luego se puso en marcha, quizás quería que la siguiéramos. ¿Que había pasado con todas las almas que estaban en el hospital?

Debía seguirla, eso era lo que me parecía que intentaba hacer, nos intentaba guiar hacia algo. Caminé detrás de ella y Canek me siguió, nos llevó por todo el ala sur del hospital hasta cruzarlo por completo. Fue cuando llegamos a una puerta más grande, con un letrero enorme que decía salas de aislamiento.

Aquella mujer cruzó la puerta y desapareció.

— ¡Oh si claro! Puedo atravesar paredes, no te preocupes estaré bien—  Dije como pude, mi voz al menos ya no sonaba como si fuese un villano.

Traté de abrir la puerta pero no pude hacerlo, había una pequeña ventana para poder asomarme, así que me puse en puntas para poder ver a través de ella. Ahí estaban Amelia, Isa y su familia.

— Aquí están—   Le dije a Canek, susurrando.

— Así que ella nos guió aquí. No puede ser tan fácil. —  Dijo Canek con preocupación, mientras arqueaba las cejas.

—Bien iré adentro y veré si puedo abrir la puerta desde el interior.—  Dijo no muy convencido.

En un instante vi que el ya estaba adentro, quería dominar ya eso de pasar de un lado a otro, sin embargo tenía miedo que al intentarlo apareciera en el Sahara por ejemplo.

Canek abrió la puerta desde el interior y caminé hacia donde estaba Amelia.

—Debes llevartelos al templo, ponerlos a salvo.—  Le dije.

— ¡Ah no! No soy transporte público.

— ¡Canek!—  Le grité enojada.— No podemos perder tiempo.

Cuando la muerte se enamoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora