Tres días después
Era algo inevitable, una despedida que había postergado por mucho tiempo y por muchas razones. Mi culpa, el aceptar que debía superar mi historia con él. Y quizás lo que más trabajo me costaba era que había una pequeña posibilidad << Si eso síguete diciendo a ti misma Ángela>> de sentir algo por mi Ángel Oscuro.
Estaba a punto de hablar con Adam, y por ello se me hacía un gran hueco en el estómago, las palabras se quedaban atoradas en mi garganta, lo único que quería era echarme a llorar en su pecho. ¿Cómo podía lastimar a mi ángel? ¿Cómo podía decirle que ambos necesitamos superarlo, si el había muerto en parte por mi culpa? ¿Cómo podía explicarle que lo amaba pero no de la misma forma? ¿Como podía hacer eso sin sentir algún remordimiento? Él estaba muerto y yo viva, no quería aceptar que lo había superado, pero debía hacerlo, quizás por ello esa obsesión con él, una parte de mí ya lo había superado desde antes, pero verlo, hablar con él había hecho que me confundiera. Era mi primer amor, ese amor de juventud que jamás terminó.
Me había estado mintiendo a mí misma, y no fue si no hasta tener a la muerte en forma de humano frente a mí, que lo había entendido. Tal vez en realidad mi destino si era ser su dama. Y no iba a servir de nada resistirme. Cada río toma su cauce, diría mi madre si estuviera aquí.
Estuve un buen rato en el coche, frente a la entrada del cementerio, de aquel en el que en vida y muerte había sido testigo de esa fatídica historia de amor, una historia digna de alguna tragedia griega.
Los vidrios empezaban a empañarse y yo a sentir claustrofobia, aunque quizá esa sensación era por que no podía postergar lo inevitable, ambos necesitábamos cerrar ese capítulo inconcluso que a ambos nos lastimaba. Respire profundamente y cerré mis ojos, me decidí a pasar antes de que oscureciera y tuviera que tocar el claxon.
Antes de eso, saqué de mi abrigo el CD que Amelia me había dado la primera vez que nos habíamos encontrado, no había tenido el valor de escuchar esa canción que Amelia usaba para dormir, era la voz de su hermano, la canción que Adam me había cantado y grabado, un disco que nunca llegó a su destino, no hasta después de que el había muerto.
Lo saqué del sobre que había sido blanco, ahora estaba gastado y arrugado. Era más bien amarillento.
Se reprodujo la única pista grabada en seguida, y reconocí esos acordes, el sonido de las cuerdas de su guitarra. Y en cuanto su voz empezó, no pude evitar sentir como se estrujaba mi corazón.
Solo por esta vez el cuidador del cementerio me permitió entrar hasta el fondo del cementerio cerca de la tumba de Adam y de aquel árbol hermoso que se encontraba cerca de ella. Un hermoso ciruelo.
Aquella canción de acordes suaves, que empezaban a entonar las cuerdas de su guitarra, llenaron mi mente de recuerdos. Esa canción, era la que Adam me había cantado improvisadamente, una vez que llevaba su guitarra mientras caminábamos por una plazuela.
Recuerdo que íbamos tomados de la mano, a lo lejos podíamos divisar una pequeña fuente que a ratos subía y bajaba, no era de presión constante. Adam solo me sonrió y se adelantó para irse a sentar frente a ella, sacó su guitarra y sin más frente a toda esa gente empezó a cantar y tocar su guitarra, recuerdo su hermosa sonrisa, y esa felicidad inocente de esos muchachos que se amaban, que creían que nada podía ser mejor, y que esa felicidad duraría, ahora comprendía que habíamos sido unos ingenuos. Unos adolescentes que no podían imaginarse el futuro calinoso que estaba por venir. Adam no sabía que enamorarse sería funesto para él. Quizás también por ello me aferraba a él, por que extrañaba a esa inocente chica que era con él, extrañaba mi vida ordinaria. Donde solo era una huérfana con la fortuna de haber sido adoptada y que ahora disfrutaba de los delirios de un amor de juventud.
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Cuando la muerte se enamore
FantasíaLIBRO 1 ¿Qué es lo que pasaría, si la muerte te perdonara la vida? ¿Si aquel ser extraño al que muchos le temen, pudiera ¿De verdad aquel ser es tan cruel y despiadado? O sólo es un ente que vaga solo en las penumbras, un ser odiado por muchos y...