Letras pequeñas

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En un futuro no muy lejano...

  — ¡Fue mi culpa! ¡Fui yo!— Dije con las manos llenas de sangre. Estaba muerta y era mi culpa.  No había escuchado sus advertencias. Había sido débil. Había mostrado mis sentimientos por él. Amé a quien no debía y ahora estaba muerta.

El día anterior a la despedida de Adam.

—¿Por que siempre te culpas? ¡Ángela! ¡Solo superarlo!

— ¿No puedo!—

— ¡¿No puedes?! ¡¿O no quieres?!

—Leo ¡No puedo! Si lo hago... Si yo acepto que lo amo... algo terrible va a suceder.—

— ¿Y por eso metes a Adam en esto? Es injusto que le hagas creer que tiene una oportunidad.—

— ¡Lo se! Pero... ¡En parte es cierto lo amo! ¡Es mi amigo! Aunque el no quiera serlo más, pero si yo...—

—Si tu... ¿Que? 

No entiendo que es lo que te detiene, su tu estas decidida a arriesgar tu vida y ser la dama de muerte, sólo dicelo a Adam. Dile que ya no lo amas, déjalo libre, deja que busque la felicidad en alguien más.—

Sus palabras se clavaban en mí como espinas, Leo me estaba diciendo la verdad sin suavizarla, quería hacerlo, pero necesitaba una excusa, la necesitaba para no dejar entre ver esos sentimientos que estaban naciendo en mí, que eran fuertes y que pondrían en riesgo a mi familia. A todos, incluyendo a la misma muerte.

—Leo tu no comprendes... necesito una excusa para no amarlo, para no dejarme llevar aunque lo desee muy en el fondo. Sería sencillo si Adam me odiara, aunque no lo toleraría.  Sería más fácil solo dejarme llevar, pero no puedo, no si tantas vidas dependen de mí. La muerte al ser humana no estará en condiciones de manejar la situación, él solo quiere el cariño que siempre le fue negado, pero yo puedo tratar de tomar el control de esto. Y si es necesario lo haré  por todos aunque me odien, aunque crean que soy una indecisa. Prefiero eso a verlo...— No termine la frase. — Quizás sea una indecisa y una sufrida a los ojos delos demás, pero es solo mi excusa... hay algo más... las letras chiquitas del trato con Canek—

—Y si yo no... Necesito a Adam. Necesito tiempo para pensar en algo.—

— ¿Que letras? ¿De que demonios hablas? Solo te pido que no lo dejes así. No le des más falsas ilusiones. No hagas sufrir a Adam. Bastante perdió ya ¿no crees?— Sabía a lo que Leo se refería, pero no entendía por que tanta insistencia. Finalmente era un asunto entre Adam y yo.

  — ¿Ahora vas a apelar a mi culpa?—  Le dije molesta.

  — Aunque no lo creas no eres la única que carga con parte de la culpa de Adam. Se supone que yo debí de haber manejado el auto en el que iba, sin embargo me había molestado con Adam, y decidí no acompañarlo... Es algo con lo que he vivido desde entonces. 

Así que no eres la única que se siente culpable por su muerte. Es por ello que insisto en que le digas, él no merece esto. No merece que juegues con él Ángela. Y si tu no le dices, lo haré yo.—  dijo con determinación. Había juzgado mal a Leo, y también entendía a Amelia, quizás no me culpaba a mí, pero a Leo, tal vez a Leo si. 

— ¡No lo hagas! ¡Te lo diré! ¡Pero nadie puede saberlo! ¡Demonios eres un entrometido!— Odiaba a veces a Leo. Pero quizás a él se le ocurriera algo. Además necesitaba un amigo. Alguien que pensara con la cabeza fría. Y Adam o Amelia no eran exactamente los mejores para aconsejar, ya que estaban involucrados de manera más directa. Es decir... Amelia tomaría partido por Adam, pero quizás Leo pudiera ayudarme.

Cuando la muerte se enamoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora