Un trato

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Está vez salí sin tomar en cuenta a aquellas almas. Tenía tanto en que pensar pero sobre todo no podía dar marcha atrás. Trataba de recordarme una y otra vez que lo que iba a hacer, lo iba a hacer por amor. Quizás el mundo no valía la pena salvarlo. Esa era una duda que Silas aquel ángel que había decidido dar la espalda a la humanidad había sembrado en mí. ¿El mundo merecía ser salvado? Empecé a sentir mi ropa empapada, no había llevado nada para la lluvia. E iba caminando como una condenada a muerte, sin prisa y disfrutando del poco tiempo que me quedaba. Un sólo pensamiento me vino a la mente. Nahek, él era mi problema. Pero también era lo mejor que me había pasado. Lo que había sentido por Adam había sido fuerte sin duda, algo que merecía la pena ser contado, pero lo que me pasaba con Nahek era algo que escapaba a todo lo que podía imaginar que fuera el amor.  No sabía que lo necesitaba hasta que lo hice. Quizás detrás de mis inseguridades, estaba el temor a amarlo, a dejarme llevar por esos sentimientos que estaban naciendo en mi interior. Tenía miedo de lo que iba a ser capaz por él.

Estaba empezando a cambiar, y eso me asustaba. Pero debía de hacerlo. Debía hacerlo si quería salvar a mi ángel oscuro. Él no merecía regresar a ese mundo de soledad. Él merecía ser amado.

Recordé esa primera vez que me lo dijo, que me lo pidió. Quería salir huyendo y había dicho que jamás pasaría. Sin embargo el tenía razón. Yo era suya, era su dama.

Ahora sólo quería llegar y acurrucarme entre sus brazos. Quería pasar la eternidad refugiada en sus brazos. Sin embargo había algo más que tenía que hacer antes de que pudiera poner cualquier pretexto. 

Al parecer no iba a ser posible. Había alguien esperando al lado del auto, y seguro iba a querer explicaciones. Aunque pensándolo bien, no le debía ninguna explicación a nadie, exceptuando a Nahek. Ahora me agradaba la idea de que él ya no pudiera entrometerse en mis pensamientos.

Adam estaba recargado sobre el coche. Yo era quién le daba esa apariencia más sólida. ¿Pero de igual manera podría quitársela?  De pronto esa duda se atravesó en mi cabeza. Lilith había dicho que me deseaba por los poderes que poseía, que ni yo misma conocía. Pero ¿de que era capaz realmente? Canek también deseaba usarme a su favor. Tenía que encontrar la manera de desarrollarlos. Hasta ahora solo Nahek los había detonado.

Quizás debería de ponerlos en práctica más seguido con él. Debía de mostrarle que ya no podía hacerme daño. Ya no era la misma que había besado en el hospital y que casi moría por ello. Pero hasta en ese momento había sido más fuerte de lo que mi ángel oscuro podía haber imaginado. 

Adam estaba esperando impaciente, parecía que el agua pasaba a través de él sin más. ¿Me pregunté dónde había dejado a Aura? Aura parecía su chicle, siempre pegado a él. No estaba en contra de que Adam encontrará alguna fantasmita por ahí perdida. Es decir, seguramente había más inquilinas en ese cementerio. Pero había algo en Aura que no me gusta, a pesar de que sentía que nos parecíamos en algo, y no sabía en qué con exactitud. Quizás eso era lo que me molestaba.

  — ¿Que fue eso Ángela?—  Me dijo enojado. Realmente estaba molesto porque le había pedido que saliera de mis asuntos. 

  — Tenía que preguntarle cosas personales a Silas. —  Le contesté tranquila, a la vez que me iba a cercando a él. 

  — Ángela ¿por que siempre lo haces más complicado todo?—  Dijo exasperado.

— ¿Yo? ¿Yo lo complico? Por que no mejor me dices que es lo que te sucede conmigo. Me despedí de ti como mi primer amor. ¡Y quizás si! ¡Fui una ilusa en pensar que podrías ser mi amigo! ¡Fui una tonta en pensar que podríamos superar eso!— Le dije sacada de quicio. No recordaba haber discutido con él de esa forma.

Cuando la muerte se enamoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora