Delirios

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El día había terminado con varios golpes en el cuerpo

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El día había terminado con varios golpes en el cuerpo. El último había sido cuando Canek me había estampado contra un árbol de tronco grueso. Me habían caído varias hojas al chocar contra él. Ese último golpe si me había dolido, y al verme al espejo al llegar a mi casa, pude ver la gran mancha roja que pronto sería un moretón.

  — Eso si deberás explicarselo a Nahek.—  Dije en voz alta, mientras pasaba la mano cerca de la mancha enrojecida. Decidí darme una ducha. Mientras esperaba a que mi ángel oscuro pudiera deducir que estaba en casa de mis padres.  Y no era buena idea que viera así, sudada, llena de tierra y con un aspecto espantoso.

Ni siquiera le había visto el fin más que ser arrojada al suelo una y otra vez. <<¿Acaso esperabas palmaditas en la espalda y un bien hecho?>> Me recriminé.

Al salir de la ducha, me di cuenta que Nahek estaba acostado viendo el techo. Seguramente estaba molesto. 

  — Nahek—  Sólo atine a decir su nombre. Pero él ni se inmutó. 

Lo que hice a continuación fue un ataque de pánico. Esperaba que no se hubiera dado cuenta que acababa de darme un baño y me regresé, por supuesto que puse el seguro, aunque no sabía bien la razón, creo que era un reflejo.

En el baño se había quedado una pijama. Decidí ponerme la, no iba a salir de nuevo sólo con una toalla a enfrentarlo.

Terminé de ponérmela y salí. Nahek aún seguía sin moverse.

  — Nahek... Yo en realidad no sé cómo fue que llegué aquí, estaba aburrida y un poco frustrada sin hacer nada y de repente tenía el rostro estampado contra el piso de la cocina de esta casa.—Le dije tratando de explicarle lo que había sucedido.

Nahek se levantó y con sigilo se acercó a mí. Su mirada no me decía nada, era contradictoria. Y mi ansiedad crecía más, pues no podía descifrar lo que pasaba por su mente.

  — Adara... ¿Sabes todas las posibilidades que pensé? Nunca había sentido tanto temor de que algo te pasará cuando regresé y no te encontré. Estuve, tan... pero tan enfadado contigo.—  Dijo las últimas palabras pausadamente y con voz alta. 

  — Luego me di cuenta que ¡eres tú! No puedo atarte simplemente y quizás esto es mi culpa. Creía que podrías quedarte quieta, pero ¡eres tú! ¡Y me vuelves loco Adara! ... ¡Tú me vuelves loco!... Y te amo.— Estaba preparada para todo una reprimenda y sin embargo al final sólo me decía un te amo. Estaba más confundida y a la vez me remordía más la conciencia, por mentirle por ocultar lo de Canek.

Mi ángel oscuro estaba luchando y tratando de entender sus sentimientos, podía ver su lucha interior reflejada en su rostro. Escuchar que lo volvía loco y que me amaba en la misma oración, me había dejado en las nubes. Y ver esos ojos grises que me enloquecían no ayudaba en nada. Quería lanzarme en sus brazos y quedarme ahí, sin importar lo que pasara con el mundo, excepto que tenía que ser racional, no podía sólo dejarme llevar ¿o si?

Cuando la muerte se enamoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora