Todo el día había evitado a mis padres, ellos seguían sin darme mucho permiso para salir. Estaban asustados aun con lo que había pasado en el hospital, lo cual era comprensible, pero yo si sabía la razón por la que estaba sucediendo todo esto. Y no es que les fuera a contar que "la muerte" me había venido a reclamar como su compañera. Creo que seguro terminaba en un cuarto blanco y acolchado, alejada de la sociedad.
Por eso debía encontrar la forma de escaparme,nunca había hecho algo así. Entendía su preocupación por mí. Creo que no era fácil lidiar con la hija a la que habían escogido. De alguna forma era más difícil lidiar con la loca niña de apariencia extraña a la que escogieron; que con el hijo que les hubiera tocado, de haberlo tenido. Pero tenía que ir a esa cita, y estaba muy segura que no me llevarían de saber que mi destino era el cementerio de la ciudad. Todo los iba a llevar a la conclusión de que su hija estaba perdiendo la razón, no tenía sentido que casi moría y quisiera ir al cementerio.
Me puse una cazadora negra a juego con mi pantalón, mis botas que me hacían parecer un soldado, y una playera de manga larga blanca. Debía de estar cómoda por cualquier eventualidad, y la temperatura había bajo al atardecer. Bajé lo más despacio y callada que pude. Mis padres se encontraban viendo la televisión en la sala, eso los tenía distraídos. Pude ver las copas de con rastros de vino blanco. Eso sólo lo hacían cuando estaban preocupados. Así que no me verían, tomé las llaves del auto de mi madre con mucho cuidado. Me dirigí a la puerta y la abrí con cautela, un espacio apenas para que yo pudiera pasar. Sujete la perilla de la puerta y volví a emparejar la. Me acerqué al auto y lo abrí directo con las llaves. Tomé aire ya que en seguida debería de hacer todo tan rápido.
—Uno : Abrir la portezuela. Dos : Entrar endemoniadamente rápido. Tres : Arrancar el auto lo más rápido posible, porque al oír la puerta del carro, mis padres saldrían en seguida.—Enumeré para mi misma en mi mente.
—¡No lo hagas!— Escuché en mi mente, y al escucharlo a él, me paré en seco. Su voz me detuvo.
¿Ahora se dignaba en aparecerse? Contuve las ganas que tenía de contestarle, pero me mantuve callada e intente hacer caso omiso de lo que escuchaba.
—¡Por favor no vayas! ¡No creo que sea lo mejor! ¿Qué quieres encontrar ahora? Después de tantos años.— Tomé aire. Y puse mi mano en la puerta del carro.
—1, 2...— Dije de una forma casi inaudible, para después abrir la puerte, en dónde debí de haber dicho tres. En cuanto estuve sentada, arranque el coche,y aceleré. Me sentí como en esas películas de terror, en las que debías de huir antes de que el malo de la película se diera cuenta y fuera tras de ti. Sólo que aquí el terror era ver a mis padres y convencerme de no ir.
Por el retrovisor pude ver como mis papás habían salido a ver qué pasaba. Me sentía mal por ellos, pero algo me decía que debía ir. Sentía que inexplicablemente podría encontrarme con algo que hasta ahora no había visto. Algo que no me estaba siendo contado.
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Cuando la muerte se enamore
FantasyLIBRO 1 ¿Qué es lo que pasaría, si la muerte te perdonara la vida? ¿Si aquel ser extraño al que muchos le temen, pudiera ¿De verdad aquel ser es tan cruel y despiadado? O sólo es un ente que vaga solo en las penumbras, un ser odiado por muchos y...