Capítulo 24

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Estaba leyendo a Dastien y quise actualizar este libro para terminarlo, subiré seguido ya♥️

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Damien

—¿Qué te parece? —Preguntó Ruslan, mostrándome lo que trajo para mí.

Observé el vestido que Eira usaría; mi hermano tenía buen gusto, debía admitirlo, la prenda era hermosa, hecha de seda en color blanco, de finos tirantes, con detalles de encaje y pedrería preciosa en el escote, se adheriría a sus curvas en línea recta y caería con un poco de vuelo a sus pies. Sería perfecto para ella, al igual que los accesorios que compré para complementar su vestimenta.

Era un juego de collar y aretes de diamantes, estos últimos caían delicadamente en forma de lágrimas.

—Todo es perfecto, Ruslan.

—Y aquí tienes el anillo, es el mismo que elegiste.

Me entregó una caja pequeña, al abrirla encontré el anillo envuelto en oro blanco y diamantes. Era delicado y sencillo, pero no por ello dejaba de ser hermoso. Era el símbolo de mi compromiso con Eira.

—Gracias, hermano —susurré sincero. Él no hacia nada más que apoyarme en cada locura que salía de mi cabeza. Le debía demasiado.

—Tú me apoyaste siempre, Damien.

—Somos hermanos.

—Entonces no agradezcas nada y solo disfruta tu noche —asentí—, por cierto, los tipos que me pediste que investigara, ya he dado con ellos.

Lo miré, controlándome para no permitir que la noticia ensombreciera estos momentos que solo debían ser felices, sin sangre ni muerte.

—Vigílalos, cuando se llegue el momento, iremos por ellos.

—Espero que sí, son un par de violadores, ya te daré la información completa —expresó con repudio. Volví a asentir.

Ruslan salió dejándome solo, enseguida dejé todo en orden sobre la cama, guardé el anillo en uno de mis bolsillos y luego salí hacia la sala. Estaba muy emocionado, mis manos sudaban, la sonrisa no se iba de mi cara y el corazón me latía cada vez más rápido. No me había sentido así nunca, era una sensación nueva y que me gustaba albergar dentro de mí.

Sin embargo, me calmé por completo cuando vi a la mujer que me dio la vida atravesar el umbral de la puerta en compañía de Isabela y el pequeño Yerik. Sonriendo fui hacia mi madre, abrazándola con fuerza sin tener deseos de soltarla, la había echado tanto de menos, fueron muchos meses sin verla, podría ser un psicópata, pero amaba a mi madre.

—Damien —susurró en mi oído, devolviéndome el abrazo con la misma intensidad.

Me sonrió, apartándose, acto seguido, sujetó mi rostro con ambas manos mientras su sonrisa se ensanchaba cada vez más.

—Por Dios, de verdad estás enamorado —dijo atónita, con la felicidad nadando en sus ojos claros.

—¿Acaso no me creías?

Damien ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora