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Henry

Estuve como quince minutos vigilando a las personas que habíamos capturado esa mañana, hasta que papá entro a remplazarme para que pudiera salir a almorzar.

Me dirigí directamente a la casa. Entré, y fui a la cocina donde estaban mis hermanos y mi madre comiendo en la mesa. Me senté en una de las tres sillas vacías que quedaban, había un plato para mí. Comencé a comer rápido ya que tenía mucha hambre.

–¿Cómo te fue con los nuevos cautivos?– me preguntó mamá, quien estaba frente a mí. Erick estaba a mi lado izquierdo y Elena en el derecho.

–Bien, son muy preguntones– contesté mientras tomaba unas cuantas verduras de la olla que había en medio de la mesa.

–Que mal, odio a las personas así. Espero que no les hayas dicho nada, sabes que está prohibido– me recordó Erick muy serio.

–No les dije nada– contesté, aunque no era cierto. –Bueno, solo les dije que no le haríamos nada malo.

–No es nada revelador– dijo Elena burlándose de Erick.

–No lo es. Pero si papá se entera de que les has hablado te meterás en un gran problema– Erick tenía razón. papá odiaba que lo hiciéramos.

Suspire y lo mire.

–Ernesto debería ser más flexible con ustedes– mencionó mamá, más para sí misma.

–A veces creo que tiene miedo de algo– mencionó Elena.– Como si esas personas nos fueran a decir cosas que no deberíamos escuchar.

–Y así es– aclaró mamá.– Pero, este tema da por finalizado– nuestra madre estaba asustada, lo pude ver en sus ojos.

Elena me miró, y rápidamente capte lo que me quiso decir con su mirada. Asentí.

Ella sabía que yo también pensaría lo mismo.

¿Qué había pensado? Pues, que realmente había gato encerrado en todo esto, y cuando digo "esto", me refiero a nuestras vidas.

Erick gruño y luego se hecho el ultimo bocado, se lo trago, tomo un poco de agua y se levantó de la silla sin mirar a nadie.

No era extraño este comportamiento en Erick, no sabía cómo todos en esta casa lo podían soportar. Tal vez yo personalmente lo soportaba porque era mi hermano, y lo amaba al igual que a Elena. Además, llevaba toda mi vida con él, supongo cualquiera se podría acostumbrar. Pero lo que más me ayudaba a soportarlo, era que sabía que muy en el fondo él no quería ser así. Él mismo lo había mencionado muchas veces.

Erick siempre fue extraño. Mientras Elena y yo jugábamos, él se sentaba en los escalones que daban con el balcón y nos observaba como si odiara lo que hacíamos, parecía que en un momento dado se iba a levantar e iba a aplastarnos como hacía con las rocas que encontraba a su alrededor, las cuales se convertían en polvo después de apretarlas en sus manos. Lo más extraño era que papá nunca lo regaño por su comportamiento, y papá le llamaba la atención a mamá si ella regañaba a Erick por este. Era algo realmente extraño y sobre todo, sospechoso.

–¡Déjalo, él es así, y así será toda su vida, nadie ni nada lo podrá cambiar!– le gritaba papá a mamá cada vez que mamá regañaba a Erick por mirarnos a Elena y a mí de esa manera.

–¡Por supuesto que lo podemos cambiar!– contestaba mamá.– ¡Solo un niño!

–No desde la muerte del papá– dijo papá en un susurro.

Róel: La RebeliónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora