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Henry

–¡Corran!– grité.

Por un momento pensé que no me habían escuchado. Pero, comenzaron a correr segundos después.

Mire a Jessica, quien era la única que quedaba.

–¿Cuánto estará papá así?– pregunté.

–No lo suficiente– contestó rápidamente.– ¡¿Qué esperas para espetarle la cruz a Erick?!

Claro, por supuesto. Tenía que hacerlo antes que acabara con Bill.

Corrí hacia donde estaba Erick devorándose a Bill. Pero cuando me acerque, Erick se levantó y me tomo por el cuello. Me levanto en el aire y luego me dejo caer.

Cuando me levante ya no estaba ahí. Se había ido. Lo peor era que no se fue solo, la muerte fue con él. Eso significaba que tenía en planes continuar matando personas, y esas personas eran mis amigos.

–Vamos a ayudar a Daniel– sugirió Jessica.– Quiero saber que dice papá.

–Debo ayudar a mis amigos– dije desesperado.– Iré tras Erick.

Antes de que pudiera comenzar a correr, mi madre apareció corriendo de entre las sombras y me abraso.

–Qué bueno que estas bien– susurró mamá.

–No hay tiempo para momentos familiares– comenté.– No pude espetarle la cruz a Erick. ¡Tengo que salvar a mis amigos!

Tío y su esposa estaban ahí, al igual que Elena y Víctor.

–Entonces hay que ir tras el– dijo Elena.

–El único que podrá encontrarlo es Henry– dijo tío. – No pierdas tiempo. Daniel tu trata de encontrarlos para que los ayudes si es que puedes.

Daniel asintió y desapareció.

No perdí más tiempo y comencé a rastrear el olor el cual por supuesto se adentraba por el bosque. Comencé a correr en cuanto percibí los olores de los demás. Corría con la cruz en mi mano.

Mi familia estaba detrás de mí. Pensé en detenerlos, pero realmente podrían ayudar. Solo me detuve cuando encontré el cuerpo de Leo tirado al principio de un claro.

Estaba completamente dividido en dos y no tenía ni un solo órgano. Era asqueroso.

Mi familia llego hasta mí y observaron el cadáver con asco. Víctor se arrodillo enfrente de él llorando.

–No, otra vez– susurró.

Elena se le acerco automáticamente.

–Tranquilo– murmuró Elena desesperada.– Debe ser difícil, pero tenemos que continuar.

–A pesar de todo... lo quería mucho.

–Lo sé– dijo Elena.

Decidí que ya era tiempo de continuar, con o sin ellos. Comencé a correr nuevamente, siguiendo los olores.

Corrí por el denso bosque. Varias veces tropecé pero eso no me detenía. Me levantaba y continuaba.

–No lo lograras– la voz de Lucifer entro en mi mente cuando caí al suelo por tercera vez.

Cuando me levante, el bosque se torno rojo y aparecieron llamas a mi alrededor, llamas que consumían el bosque. No les tuve miedo, sabia que no eran reales.

Elena se detuvo a mi lado. Los demás se quedaron atrás.

–¿Que esta pasando?– pregunto mamá alarmada.

Róel: La RebeliónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora