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Elizabeth

Comencé a buscar en el índice del libro. Casi al final estaba la penetración espiritual. Busque la página y comencé a leerlo en mi mente.

–¿Lo encontraste?– preguntó Henry desesperado.

El pobre no podía mantener la linterna firme sobre el libro.

–Sí, lo traduciré– contesté mientras observaba las lineas del escrito.

Todos observaban atentamente. Hasta Leo.

–Es un poder único. El señor lo concedería en cierto tiempo en específico. Gracias a este poder– hice una pausa para buscar las palabras correctas en español– gracias a este poder el señor lograra llegar a el mundo de los humanos y podrá utilizar todo su poder. Este poder es muy especial ya que cuando la persona que lo posea muera, el poder se transferirá a la primera persona que pertenezca o que algún antepasado haya pertenecido a la religión y que ademas, sea parte de la familia original. Esto deberá pasar tres veces para que el poder sea muy fuerte. Pues el desarrollo del poder es mucho más lento que los comunes. Una vez llegue a la tercera persona, se deberá realizar la siguiente oración– salte la oración por supuesto.– Esta oración permitirá que cualquier demonio entre y tome control del cuerpo. Cuando llegue el momento, el señor regresara entre la vida y la muerte, se asentara en el tercer cuerpo, y así regresara a la tierra con todo su poder para comenzar la dominación del mundo y llevarlo a su fin– lo último lo dije muy asustada, sabía perfectamente que "el señor" no es al que mis amigos y yo adoramos.

Estaba temblando y no era la única, la luz sobre el libro no dejaba de moverse. Nadie habló cuando termine de leer. Pasé la página y continúe.

–Para que la persona vuelva a tener control sobre si, se debe clavar una cruz en alguna parte del cuerpo de la persona o realizar la siguiente oración...

–Es obvio que haremos lo de la cruz– me interrumpió Bill.

–¿Haremos?– preguntó Henry.

–Harás– corrigió Bill.– En lo que buscas la oración y la dices, te podrían capturar. Es más fácil que le espetes la cruz en un hombro o en un muslo. Ahí no le harás mucho daño.

Bill tenía razón. Era la mejor manera. Henry asintió mientras apagaba la linterna.

–Eso haré– asertó Henry.– ¿Pero de donde sacare la cruz?

–Usa la que hice– sugerí.

–Cierto– dijo Henry.

–La buscare– dije mientras me levantaba.

La había dejado dentro de mi mochila, la cual estaba dentro de la caseta.

–Yo iré contigo Henry– anunció Leo.

–Ya dije...

–Victor está ahí– Leo interrumpió a Henry.– Después de todo es mi amigo.

Supuse que Henry lo pensó, pues no hablo rápido. Yo acababa de entrar a la caseta ya que no estaba muy lejos.

–Te entiendo Leo. Pero no quiero que alguien más sea capturado– aseguró Henry.– Yo al menos me puedo defender por mi poder. Gracias a él puedo saber que tan cerca están las personas.

–Pero yo...– dijo Leo, pero no dijo nada más. Tome la cruz de mi mochila.

–Aquí esta– dije mientras salía de la caseta.

Se la entregue a Henry. El la tomo y la observo.

–Ten– dijo Nick, estaba ofreciéndole su cuchilla a Henry.– Tienes que afilar la punta de la cruz, aparte te servirá de defensa.

–No quiero matar a nadie– dijo Henry mirando la cuchilla.

–No es para que mates. Es para que te defiendas– mencionó Bill.

Aun estando inseguro, Henry la tomó.

–Es hora de irme– susurró.

–Ten mucho cuidado– le pidió Bill a Henry.

–Lo tendré– contestó Henry.

Henry tenía la brújula y una linterna a la mano. Se veía muy decidido. Comenzó a caminar sin mirar atrás. Poco a poco se perdió entre la oscuridad de los arboles.

Bill me abraso por atrás. Sus brazos por un momento me hicieron perderme de la realidad.

–Confía– dijo mi novio.

–Todo estará bien para nuestros nuevos amigos– susurre yo.– Espero...

Róel: La RebeliónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora