Róel: La Rebelión

25

Elizabeth

–Ahora estamos solos– le dije a mi novio, él sonrió.

–Espero que los demás logren encender la fogata nuevamente– dijo él con una sonrisa.

Estábamos en el charco, muy cerca de la cascada, tanto que sentía gotitas caer sobre mí. El sol estaba ocultándose así que no había mucha luz. Mire al cielo, a pesar que todavía el sol no se había ocultado por completo, ya se veía la luna.

Esa noche seria luna llena, así que no sería una noche oscura. Me alegró saberlo.

–Ven,– dijo él mientras se levantaba de la roca que estábamos sentados– vamos a nadar un poco– se sumergió en el agua y luego salió rápidamente.

Me tomo de la mano y yo me sumergí con él.

–Será una noche hermosa– dije. –Eso sin mencionar que estamos en alguna parte de un enorme bosque y que una familia diabólica nos está buscando en estos momentos– me miró extrañado.

–¿Eso que tiene que ver?– se impulsó de espalda hacia el centro del charco.

–Deberíamos estar nerviosos...– creo que no era la palabra correcta–... mejor dicho... muertos de miedo– hice que la frase sonara espeluznante, mientras, me impulsaba desde una roca para acercarme a él.

–¿Quieres que te quite el miedo?– preguntó mientras me quitaba el pelo del rostro ya que me había sumergido y no me había arreglado el cabello.

–No tengo miedo– contesté mientras me acercaba un poco más.

–¿A no?– me toceo el rostro.

–No, ¿sabes por qué?

–No, dime.

–Porque estás conmigo– él me sonrió, yo le devolví la sonrisa.

Admito que no era del todo cierto. Si tenía miedo, pero tenía la esperanza que nada malo ocurriría.

Entonces, él me apretó entre sus brazos para atraerme hacia él. Nuestros cuerpos se encontraron, y luego, nuestros labios.

–Nunca te dejare sola– susurró cuando nuestros labios se despegaron.

No me soltó. Me agarro con mucha fuerza, como si no quiera soltarme jamas.

–Lo sé.

Me beso nuevamente.

–Te amo– declaró.

–Yo también te amo– le dije desde el fondo de mi corazón.

Nuestros labios se volvieron a encontrar, y supe que esto no iba a terminar.