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Henry

Camine río abajo hasta donde nadie me podía ver ni escuchar. Me senté en una roca muy cerca de la orilla del río. Observe mí alrededor. La corriente no era muy fuerte, y parecía no ser muy honda esa zona del río.

Entonces, observando las casi calmadas aguas, me puse a pensar.

¿Por qué me molestaba? Muy en el fondo sabía que no debería importarme. Pero aun así, sí me importaba.

–¡Henry! ¡Ahí estas!– unos gritos me sacaron de concentración. Mire a donde provenían, era Bill.

Se acercaba hacia mí a paso rápido. Deje de mirarlo y fije la mirada en el río. Pocos segundos después, sentí como se sentó a mi lado.

–¿Así que te molesta que Víctor este con tu hermana?– preguntó, muy curioso. De seguro quería entablar una conversación.

Estuve callado unos segundos mientras pensaba que debía contestar. ¿Me molestaba?

–No...no es que me moleste.

Primero no quería hablar, pero luego comprendí que hablar con alguien sobre eso tal vez me ayudaría.

Lo miré, el observaba el río con en ceño fruncido. Creo que no me creía.

–Bueno, la verdad es que no se... no sé qué es lo que... me pasa– dije pausadamente, tratando de buscar las palabras correctas.

–Deberías saber– comentó.

Miré el río. Este inspiraba paz.

–Sé que no debo enojarme, pero... aun así me...

–...te molesta– me interrumpió.

–Sí. Eso es lo que siento.

Si, definitivamente era algo molesto. ¿Qué era lo que sucedía con ellos?

Hubo silencio por un momento.

–Es que es la forma en cómo se miran...– fruncí el ceño. – Es como si...– no pude terminar la frase.

–...como si estuvieran enamorados– Bill terminó la frase, lo que me sorprendió es que no lo dijo en forma de pregunta.

–Sí, creo que es eso. Pero la verdad es que me sorprende...–Bill frunció el ceño y yo también.– Ellos se conocieron hace solo unos días. Es más, como tal, hoy fue que se hablaron por primera vez.

–Amor a primera vista– murmuró Bill sonriente y con las cejas en alto.

–Sí, eso debe ser– dije con un hilo de voz mientras pateaba una roca. Realmente, no pensaba que fuera eso... bueno, no esperaba que lo fuera.

–Víctor parece un buen muchacho no tienes por qué preocuparte. Es más, – me tocó el hombro con el puño– tal vez deberías hablar con él, así supongo que te sentirás bien.

Tenía sentido. Si le preguntaba cuáles eran sus intenciones con mi hermana lo más seguro es que dejaría de desconfiar. Eso sí, si notaba que no era sincero entonces sí que me enojaría de verdad. Aunque, si me demostraba que lo que sentía por mi hermana era algo sincero y de verdad, pues, las cosas serían lo contrario.

Desconfianza. Esa era la palabra correcta de lo que sentía, por lo que me molestaba, lo supe en ese momento. Desconfiaba... desconfiaba en que él le fuera a hacer daño sin yo estar presente.

–Sí... hablare con él– murmuré. Bill sonrió. –Por eso desconfió–me expliqué. – Porque no sé qué es lo que él quiere realmente de mi hermana. Si hablo con él, me lo dirá.

Róel: La RebeliónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora