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Henry

Elena me pidió que habláramos a solas. Caminamos un poco río abajo. Desde ahí podíamos ver a los demás. Bill, Nick y Victor estaban asando los pescados, Leo estaba dentro de la caseta de chicos, y las demás chicas estaban conversando dentro de su caseta.

–Henry, estaba pensando en nuestra situación– comenzó Elena.– Sobre todo en como arreglaríamos las cosas.

–No eres la única– admiti.

–Creo que seria fácil convencer a mamá. Así como lo fue con Erick– mencionó Elena.

Lo pensé. No había considerado esa posibilidad. Entonces recordé porque razón no la había considerado.

–No creo que mamá este dispuesta a salir de la religión así porque si. Si fuera así, ¿porque nunca nos dijo la verdad?

–¿Y si papá la obliga?

–Ella no parece vivir infeliz.

–Tampoco parece feliz.

Me detuve a pensarlo. De hecho, Erick había mencionado que no seria difícil convencer a mamá. Supuse que era posible, pero, aun así, convencer a papá podría ser algo imposible.

–No se Elena. Quizá deberíamos pensar en esto después.

No me sentía preparado para lidiar con eso. Era verdad que quería salvar a mi familia, pero, también, era verdad que no sabia como, y eso me desesperaba.

Elena me miraba con tristeza. Estaba tan desesperada como yo.

–Henry, no podemos irnos sin ellos. Tu mismo le dijiste a Erick que regresaríamos.

–Lo se. Pero, ahora mismo no se como lo vamos a hacer. No podemos llegar a la casa y decirle a a nuestros padres que queremos que dejen la religión y que nos sigan hasta la civilización.

–Se nos debe ocurrir algo mejor.

Serré los ojos mientras pensaba.

–Elena, mejor hablemos de esto mas tarde– y con eso comencé a caminar hacia donde estaban los demás.

Elena me siguiós segundos mas tardes.

Después de devorarnos los pescados fuimos a nadar. Iba a ser divertido, las chicas iban enseñarle a nadar a Elena, y los chicos iban a enseñarme a mí. Bill me prestó unos pantalones para meterme en el río.

Ya era de tarde pero aun así hacía mucho calor. A pesar que el sol ya estaba ocultándose pero había mucho vapor.

Caminábamos cerca de la orilla del río en dirección río arriba. Elena y Víctor iban primero, luego le seguían Bill y Elizabeth, después detrás estábamos Jennifer y yo, y al final Ángela y Nick.

A pesar que los chicos iban contando chistes, yo no podía dejar de pensar en como salvaría a mi familia. La única forma que venia a mi mente era arriesgándome a enfrentar a mi padre y ver si este accedía. Algo que no me convencía, para nada. En ese punto tenia que admitir que le tenia mucho miedo a mi padre.

Después de unos minutos caminando, pudimos ver la cascada de la que Victor y Elena habían hablado. Realmente se veía muy hermosa.

–Que hermoso...– dijo Elizabeth asombrada.

–Y romántico– agrego Ángela mirando a Nick.

–No piensen que me voy a meter– se quejó Jennifer. La ignoramos.

Róel: La RebeliónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora