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Elizabeth

Cuando desperté estaba acostada en el pecho de mi novio. Este hablaba silenciosamente con Nick. Ángela estaba dormida, apoyaba su cabeza en el regazo de su novio.

Quité mi cabeza del pecho de Bill y la puse en su hombro.

–¿Te sientes bien?– me preguntó justo cuando puse mi cabeza en su hombro.

–Sí,... bueno... asustada.

La realidad, no me sentía nada de bien, pero sabía que se refería al desmayo.

–Igual yo– mencionó preocupado.–Solo espero que a ti no te hagan daño. No me importa lo que me hagan a mí, pero a ti no te tocaran ni un pelo.

–Mi amor,– lo mire directamente a los ojos– no te hagas el fuerte, ellos son muchos y tu uno– era obvio, no iba a poder impedir eso.

La verdad es que, si no lo logró cuando nos capturaron, dudo mucho que lo lograra en un futuro. Bill siempre se hacia el fuerte, y lo era físicamente, pero emocionalmente era como yo, muy sensible.

–Pero, si nos unimos tal vez lo logremos– sugirió Nick tratando de animarnos.

–Exacto– acerté con gran entusiasmo.

–Es una buena idea, pero yo a ustedes no hablaría de eso estando ese tipo aquí– dijo Víctor señalando con la mirada al que suponía que era el padre de la familia. Digo era, porque, más bien parecía ser un hermano mayor.

Lo que decía Víctor era cierto. ¿Pero cuando podríamos planificar una forma de escape si nos iban a vigilar todo el tiempo?

El hombre nos miraba muy serio.

De repente entro la chica que tenía el rifle cuando nos capturaron. Esta vez tenía en sus manos un caldero y vestía una camisa color azul claro que lo reconocería en cualquier lugar, era de Jennifer.

–Muy bien, me llamo Elena y yo seré quien les traerá la comida de ahora en adelante por lo que resta de sus vidas– mencionó como si no estuviera muy entusiasmada por eso.

–¡Esa es mi camisa!– gritó, digo, chilló Jennifer, era de esperarse.

Jennifer se levantó y se puso cara a cara con la tal Elena, aunque la jaula iba a evitar que Jennifer le diera una bofetada.

Elena se volteó ignorándola.

–Jennifer– la llamé casi suplicando. Ella suspiro y luego regreso a donde estaba.

Me alegró que Jennifer no hiciera un escándalo. Eso no podría terminar bien.

Ángela se había despertado por el escándalo y estaba parada a mi lado.

–Bueno, ¿quieren la comida sí o no?

–Nadie ha dicho que no– dijo Víctor con una sonrisa mirando a Elena desde la otra jaula.

Él se había levantado rápido que vio a Elena entrar al túnel.

Fue extraño, pero no parecía que él le tuviera miedo a ella. La miraba diferente, hacia unos minutos lo había visto como miraba al hombre que debía ser el padre de Elena, y lo miraba con odio. ¿Cómo se podía explicar que el mirara a Elena de otra forma? Como si espera algo especial de ella. Tal vez la pregunta correcta era: ¿Qué él quería de ella?

Conocía a ese tipo de hombres. Trataba de usar sus trucos para que ella se enamorara de él. Lo más probable ese era su plan para escaparse.

Elena le dio la comida sin darse cuenta de lo que él estaba haciendo, o simplemente lo ignoro. ¿Quién sabe lo que pasaba por la mente de ella?

Róel: La RebeliónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora