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Henry

Erick aún continuaba mirando a la nada enfrente de donde yacía nuestro padre. Me acerque junto con mi hermana. Yo me pare a su lado derecho y Elena a su lado izquierdo.

–¿Es hora de irnos cierto?– preguntó Erick.

–Sí– contesté.

Una lágrima salió de los ojos de mi hermano. Elena se movió y se metió entre nosotros dos. Nos tomó las manos.

–Hay que ser fuertes– mencionó Elena.– Y tener mucha fe en Dios. El verdadero Dios. Él nos guiara en nuestra nueva vida.

–Creo que él siempre nos ha guiado– dije.– Muy en el fondo siempre lo supe.

–Así es y así será– dijo Erick.– Solo hay que tener fe.

Erick sonrió, algo muy extraño y casi imposible. Al notarlo Elena y yo también lo hicimos.

Iríamos a vivir con nuestro tío Tom y su familia. Pues da la casualidad que nuestro tío es uno de los hombres más ricos de la zona. Tenía una casa grande donde podríamos vivir con su familia. Mamá ocuparía un puesto en su empresa y nosotros los jóvenes tomaríamos clases privadas para poder alcanzar el cuarto año.

Elizabeth, Jennifer y Nick tratarían de volver a sus vidas, aunque estaban completamente destruidos. Elizabeth y Nick, quienes perdieron a sus grades amores tendrían que intentar seguir adelante. Confiaba en Dios que lo lograrían.

Víctor juro que no se separaría jamás de Elena. Claro que no literalmente. Era obvio que el viviría en su casa. Por cierto, por suerte todos vivían en la misma región. Lo cual era bueno, pues podríamos encontrarnos más seguido.

Los tres hermanos nos quedamos en silencio contemplando la oscuridad del bosque que estaba enfrente de nosotros. Pues, había sido un día gris y oscuro. Con muchas mas sombras de lo normal. Pensé que llovería pero jamás llovió. La brisa mecía los árboles. Era fría, a pesar de estar en pleno verano.

–Hijos– escuché la voz de mi madre.

Los tres miramos atrás de nosotros. Mamá caminaba hacia nosotros junto con Víctor.

Ambos se pararon enfrente de nosotros. Los tres nos volteamos.

Las tumbas estaban en la parte de atrás de la casa, mas allá del rancho donde se hacían los rituales, en una zona llana y libre de arboles.

–¿Listos?– preguntó mamá.

Elena ofreció su mano a Víctor, el la tomo y ella se acercó a él quedando ella también enfrente de Erick y de mi.

–Creo que si– dijo Elena con una sonrisa mirando a Víctor. Víctor también la miro y sonrió.

–¿Entonces, solo quedamos nosotros?– pregunté.

–Si, todos están esperándonos– contestó Víctor.

–No, de la religión– corregí mirando a mamá.

–Hable con tu tío Tom y no está muy seguro– contestó mamá. Erick frunció el ceño.

–Papá menciono algo acerca de eso– mencionó Erick.

–¿Qué cosa?– pregunté.

–Cuando yo no controlaba mi cuerpo dijo algo acerca de ir con los grandes– mencionó Erick.

–¿Grandes?– preguntó mamá confundida.

–Eso fue lo que dijo– explicó Erick.

¿Grandes? ¿Ir con los grandes? Sonaba a que nosotros no éramos los únicos.

–Pero si hay más personas entonces aun no estamos a salvo– observé.

–Si hay más personas...– la voz de tío Tom llamo nuestra atención. Tío se situó al lado de mamá.–... pronto estarán aquí para matarnos.

Róel: La RebeliónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora