Weirdos

Día 3: Antes del complot - parte 2

«Y»  

No esperaba ver a Gigi tan temprano pero me alegra de que haya venido a la escuela. Ayer se mostraba tan reticente a comer conmigo y los chicos que por un momento creí que huiría.

Las clases de Biología son monótonas pero tranquilas, veo que algunos de los estudiantes ya me conocen en ellas. Bueno, ese es el plan. Si no, ¿de qué otra forma le daría la vuelta a la escuela?

—Bien clase, no se olviden de traer su reporte la próxima semana. Señor Johnson, usted puede hacerlo solo y lo consideraré como la mitad del puntaje final.

Hago una mueca pero aun así asiento. Lo malo de entrar después de las vacaciones de invierno es que ya no queda mucho para las vacaciones de verano y por lo tanto mis notas tendrán que ser calificadas de otro modo y no puedo hacer trabajos grupales porque todo mundo ya está agrupado.

Bale-berga-la-bida.

Estoy recogiendo mis cuadernos cuando una chica se me acerca.

— ¿Eres Yoyo verdad? — pregunta usando mi apodo.

—Sí.

La chica sonríe y admito que está buena, más que buena, es tan alta como yo pero es por los tacones que usa, su cabello rubio está atado en una coleta alta, está usando una minifalda con un top de los Rolling Stones como los que están de moda, ojos de color cielo cubiertos por unas enormes pestañas que dudo que sean naturales, labios carnosos y llenos de brillo. Es jodidamente atractiva pero se me hace conocida.

— ¿Quieres hacer el trabajo con nosotras? — pregunta con voz sensual señalando a sus amigas que están igual de buenas que ella.

Aquí hay gato encerrado.

Por suerte, mi bello cerebro empieza a procesar información y las recuerdo, a todas. Son las mismas chicas que estaban detrás de la rubia teñida que molestó a G ayer.

—No, gracias — respondo tajante para su sorpresa.

—P-pero de seguro necesitas ayuda con la materia, yo podría ayudarte y...— insiste perdiendo la actuación así que decido interrumpirla.

—Escucha linda, ayer la pasamos muy bien pero ya te he dicho que lo nuestro es solo de una noche. Por cierto, ¿cuanto dices que cobrabas por hora? — respondo. Sé que estoy siendo un asno, pero ellas traman algo y no me voy a dejar atrapar tan fácilmente.

Su rostro cambia de alegre y sensual a completamente furiosa.

— ¡Mira, hijo de puta, nadie me habla así y menos un tarado como tú! ¡No me importa que estés bueno! ¡Eres una escoria y me encargaré de que Tara te deje peor que un vagabundo! ¡¿Me estás escuchando?! ¡¿A dónde vas?! — pregunta esta al ver que estoy saliendo del salón.

—Lo siento, no hablo chihuahua — contesto y sigo mi camino.

Lo sabía, la rubia teñida tramaba algo, solo me falta saber qué es. 

Estoy de camino a mi taquilla cuando veo que hay personas alrededor de esta. No me extraña de que pase algún curioso y vea mi hermosa nota, pero esta cantidad sí se me hace rara.

Camino abriéndome paso entre la multitud y allí está.

¡Perra!

Toda mi taquilla se encuentra pintada de rosa. Un rosa Barbie chillón. Y para colmo, mi hermoso mensaje ha sido borrado y reemplazado por una marca de beso con labial rojo. 

Oh, tú lo pediste. Esta me las pagarás.

Con toda la dignidad del mundo abro mi taquilla sin escuchar los murmullos a mi espalda y luego de guardar algunas cosas en esta pregunto a los mirones.