Día 32: Rompecorazones

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"M"


Han pasado doce horas desde la fiesta de la fiesta de Gigi y, honestamente, no sé si quiero volver a verla.

—Tienes que salir de esa cama — ordena Todd, todo brazos cruzados y parado frente a mí como si fuera mi padre. Aunque mi padre nunca me ha dicho aquello. Él ni siquiera para en casa.

—Vete —demando.

—Siquiera come algo —insiste.

— ¿Cómo sabes que no comí mientras dormías?

—Lo sé. Tu siempre comes en la cama, si tienes hambre solo abres unas papas y siempre dejas migajas en la cama. No veo migajas.

Chasqueo la lengua porque tiene razón pero, aún así, no quiero salir.

—Levanta — vuelve a insistir. Me cubro hasta la cabeza con la manta —. ¡Max!

Le doy la espalda.

— ¿Quieres pasar el resto del día así?

—Sí.

— ¡Jódete! ¡Vas a salir de la cama!

—No lo haré.

— ¡Lo harás! ¡Ahora! — y una vez dicho eso, él empieza a jalar de la manta.

— ¡Déjame en paz! — grito tratando de seguir cubierto pero Todd es un atleta y yo hace tiempo que dejé de hacer

— ¡Ya me hartaste! — grita Todd soltando la manta de repente, no me lo esperaba así que ruedo un poco sobre mi cama. Me giro para mirarlo —. ¿Quieres pasar el resto del fin de semana como un hongo? ¡Hazlo! ¡Me importa una mierda! ¡Sí, no le gustas a Gigi! ¡Sí, te partieron el corazón! ¡Supéralo! — grita él. Sus mejillas están rojas y cejas fruncidas. No lo he visto así de enojado desde que nos agarramos a puños esa vez en la escuela.

— ¡¿Cómo puedes decirme que lo supere así como así?! ¡Me gustaba Genevieve, me ha gustado desde que tenía trece putos años, no es algo que pueda hacer tan fácilmente! —grito de vuelta levantándome de la cama.

— ¡Por supuesto que no! ¡¿Crees que no he pasado por lo que tú estás pasando?! — responde Todd enojado. Entonces me doy cuenta de que él más que nadie sabe lo que se siente y la culpa viene como una patada en las bolas.

—Todd...

— ¡Sé lo que se siente Max! ¡Me haz gustado desde que teníamos diez! ¡Mucho antes de que notaras a G! ¿Pero qué crees? ¡Yo sí tuve el valor de confesarme, yo sí pude decirte lo mucho que me gustas pese a que ya sabía el resultado! ¿Crees que no me dolío? ¡Aún duele! ¡Pero somo amigos y jamás te dejaría solo por eso! — grita Todd y veo como quiere retener las lágrimas.

Trago fuerte. Todo lo que me ha dicho es cierto. Yo nunca me confesé a Gigi, nunca, solo me puse celoso de cualquier chico que se le acercase...

Y también me doy cuenta de otra cosa, Todd dijo que aún le gusto.

Diablos, soy un pésimo amigo. 






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