«T»
Cuando llego a casa, no la siento como mía.
Quizá sea por haber usado, por primera vez en mucho tiempo, la puerta principal en vez de la ventana, como suelo hacer siempre. O quizás, porque no recibo el sofocante abrazo de mis hermanitos y la bella sonrisa de mi madre al ingresar a la sala.
La casa se encuentra vacía, algo raro a esta hora. Recorro la mirada por toda la sala en busca de señales de vida pero no hay nadie.
La brisa invernal se cuela por la ventana y acaricia mi rostro. La cierro, pues no hay razón para tenerla abierta a esta hora.
Recuerdo cuando empecé a usarla como una salida alterna. Fue a los catorce...
Un mensaje de Max interrumpe el hilo de mis pensamientos. Dice que vendrá en una hora. Le mando un mensaje en respuesta estando de acuerdo y apago la pantalla.
Pese a que se disculpó después de clases, la frase que Max dijo en el receso no me abandonó en todo este tiempo: "Tu padre murió el día en que te puso la mano encima."Me dolió, porque en parte era verdad y el padre que amaba dejo de serlo desde ese día. La sensación de tener catorce nuevamente me invade y recuerdo claramente el día en que todo cambió...
Era una tarde de verano. El cielo estaba teñido de un hermoso naranja violáceo, la brisa corría suavemente. Yo estaba viendo televisión en la sala mientras que mis hermanos dibujaban en la mesita central. Mi madre había salido al supermercado y mi hermanita aun no nacía. Todo apuntaba a un día tranquilo.
Cuán equivocado estaba.
A las siete se escucha el motor del carro de mi padre y la puerta del garaje ser abierta. Minutos después, él entra a la casa por la puerta del garaje con un aspecto cansado. Cuando llega a la sala me paro para saludarlo pero no lo hago. En cambio, escucho cómo este empieza a gritarle a mis hermanos por haber coloreado sobre unos documentos muy importantes.
Su rostro colorado se vuelve más rojo si eso era posible. Reacciono al ver cómo Anthony empieza a llorar y el otro le sigue. Me acerco a papá en un intento por calmar si ira; sin embargo, al verme, este se desquita conmigo.
— ¡¿Dónde estabas cuando estos malditos arruinaban un mes de trabajo?! ¡¿Dónde, pedazo de inútil?! ¿¡Dónde?!
—Y-yo no sabía... —murmuro con miedo pero la fuerte bofetada que me propina me calla por completo. Siento cómo los ojos me pican y las lágrimas pelean por salir, pero no las dejo.
— ¡LARGO DE MI VISTA! — ordena señalando con su dedo las escaleras.
Rápidamente cojo a mis hermanitos, uno en cada brazo y los subo conmigo. Mientras, abajo, nuestro padre sigue insultándonos.
— ¡No sirven para nada más que para generarme más gastos! ¡Estorbos! ¡Inútiles! ¡Son todos unos inútiles!
Desde esa noche y hasta la fecha, mis hermanitos se cuelan a mi habitación, después que mamá los arropa, y duermen conmigo.
Subo las escaleras y encuentro en la mesita, que está al final del pasadizo, una nota.
«Mi precioso Todd:
Tu padre no ha llevado a comer al club de la empresa, quizá volvamos tarde. En tu buró te estoy dejando treinta dólares para que tú y Max ordenen lo que quieran. Te veo en la noche. No te olvides de tomar el anti-inflamatorio que te di.
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Weirdos
Novela JuvenilG es una chica excepcionalmente simple. Le gusta las cosas dulces, ver tv, no salir de su habitación y perder el tiempo leyendo mangas. Lo cual ha estado haciendo durante casi toda su vida de secundaria...hasta que la venda cae de sus ojos y ve que...