Día 10: Jeff

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«M»  


Cinco días atrás, Gigi confirmó la llegada de su primo; pero las cosas están cada vez peor. El ánimo de Todd está por los suelos, han aparecido nuevos moretones en su cuerpo y ya ni siquiera se molesta en fingir que esto no le afecta.

Para evitar los comentarios y las miradas curiosas, Charlotte maquilla todos los días el rostro de Todd ocultando así las marcas de dolor que ese maldito le deja. Al menos, no les ha hecho nada a sus hermanitos ni a su madre. Lo sé porque he estado yendo a su casa durante estos días y, ya que a mis padres no les interesa un comino mi vida, no he tenido problema en quedarme a dormir con él.

Sin embargo, y eso me hace hervir la sangre, mi presencia no ha evitado que mi mejor amigo siga siendo víctima de su padre cuando me descuido. Y al final de la noche, lo único que puedo hacer es abrazarlo mientras él se quiebra, siendo su llanto lo único que se escucha en su habitación.

Hoy es miércoles y estamos entrando a la escuela. Percibo cómo una apresurada Gigi viene a nuestro encuentro apenas nos ve. En otras circunstancias, estaría nervioso y rebosante de felicidad por hablar con ella pero no es el caso.

— ¡Está aquí! ¡Está aquí! — exclama repetidamente, llena de alegría mientras se acerca corriendo para, luego, abrazar con fuerza a un desconcertado Todd.

— ¿Quién? — pregunto confundido por su comportamiento. Con respecto al abrazo, ya no me pongo celoso porque sé que de todos los chicos que están cerca de Gigi, Todd es el único por el que no me debo preocupar.

Ella me mira con esa bella sonrisa mientras que Todd no se pierde ni una palabra.

— ¡Mi primo Jeff está en la escuela! —anuncia.

Inmediatamente, miro la reacción de Todd. La llama de la esperanza en sus claros ojos azules, apagada por días, se aviva nuevamente y una pequeña sonrisa se asoma por la comisura de sus labios. Es alivio. Alivio por conseguir una ayuda que no pidió pero que en el fondo sabe que necesita.

— ¿Está aquí? — pregunta Todd con la voz algo quebrada.

— ¡Sí, está aquí! — responde Gigi dándole otro gran abrazo —. Te prometo...que todo mejorará a partir de ahora, Todd, lo juro — asegura y puedo ver en sus ojos una mirada decidida y sé que comparte mis deseos de ver feliz a nuestro amigo.

— ¿Dónde está? — vuelvo a preguntar.

—En la clase de Wayne, hablando con él. Vengan — nos dice y tomando la mano de Todd nos guía hasta el aula de Wayne.

Al entrar en el salón de Lengua Avanzada, veo a Wayne de espaldas y a alguien sentado en su asiento de profesor.

— ¿Y dónde estás viviendo ahora? — pregunta una voz suave y masculina.

— Sigo en la casa de mi madre mientras junto lo suficiente para una casa — contesta Wayne.

— ¡Genial! No te me escaparás esta vez, apenas te mudes vamos a inaugurarla como se merece — dice la voz, el tono juguetón indica su definición de "inaugurar".

—Que yo recuerde, fuiste tú quien se esfumó sin decir nada a nadie. Y por supuesto que no voy a permitir que me malogren mi nueva casa. Tú y Terry cuando se desmadran son un peligro para la sociedad y las monjas.

Al escuchar eso, la voz emite una sonora carcajada que se contagia hasta Wayne.

Gigi, algo insegura, da dos golpes a la puerta y los dos dejan de reír.

— ¿Interrumpo? — pregunta Gigi, tímida. Raro.

—Para nada, entra — responde Wayne sonriente y gesticula invitándonos a pasar. Lo hacemos, bueno, todos menos Todd. Antes de ver el rostro tras la voz, me giro para observar a mi amigo, quien parece haberse convertido en piedra.

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