Llegada a Tashbaan

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Caspian desapareció en un parpadeo y Susan se retiró de su lado, ¿había sido un fantasma? ¿Del pasado, del presente o del futuro? ¿el laberinto era la entrada al mundo de los muertos? ¿Tal vez un espejismo? ¿Una trampa?

Pero no pudo quedarse más tiempo pensando, pues Hier estaba nervioso. Susan se deslizó sobre el hielo hasta llegar a él.

—Hier cálmate, ¿vale? No ocurre nada—intentó tranquilizarle Susan.

Hier empezó a hiperventilar.

—Si, sí que ocurre. Voy a congelaros a todos si no tengo cuidado—dijo nervioso y asustado.

Susan se rio.

—A mí me gusta el hielo y patinar sobre él. Solo cálmate, lo estás empeorando—le aconsejó.

Hier la miró asustado.

—No lo entiendes, la giganta me dijo que yo era un Frio. No quiero ser alguien aliado a la reina blanca.

Entonces empezaron a oír a alguien llorar. Se giraron para ver en un rincón a... Ceres.

—¿Regente Tal? ¿Eres tú?—preguntó Hier.

Ella no contestó. Hier y Susan se acercaron a ella, que parecía llorar desconsoladamente.

—Ceres, si no eres un fantasma, dime que ocurre—dijo Susan, apenada.

La solandiana se dio la vuelta. Estaba manchada de sangre y lloraba sin parar.

—Mi hermana... mi hermana... ha muerto, ella ha muerto, entre mis brazos. Me ha dicho que fue un calormeno—dijo entre sollozos—.Yo lo sabía, pero no quería creerlo... ¡sabía que la habían asesinado!

Hier y Susan se miraron.

—Yo también he visto a un muerto. Pero no era él de verdad, no te preocupes, tu hermana puede estar viva—intentó animarla Susan.

Pero Tal negó con la cabeza.

—No, ella está muerta. Seguro que dejaron su cadáver en mitad del bosque para que los animales la despedazaran. Yo ya no puedo más, he luchado toda mi vida—dijo llorando a moco tendido—por mantener a salvo a mi familia, ¡y ella ha muerto!

Entonces Hier la cogió de los hombros.

—Ceres, Ceres, no llores más. Escúchame atentamente—dijo el albino, intentando poner la voz suave—.Eres la mujer más fuerte y valiente que he conocido. No hay nada que se te escape. Ahora debes escucharme: este laberinto intenta engañarnos. Tu hermana no está muerta, está muy viva y vas a encontrarla.

Ceres miró a Hier.

—¿Estás seguro?—preguntó desconfiada.

Hier sonrió.

—Muy seguro—dijo tendiéndole la mano—,ahora hay que buscar al rey Peter.

Tal se puso de pie y se limpió las lágrimas. Ahora estaba avergonzada de que la hubiesen visto llorando.

***

De repente, Peter llegó a un jardín. Había fuentes, estatuas y en el centro, en una concha, una perla rosa. Debía de tratarse de la perla del destino. El rey se acercó con cuidado y la cogió. De repente, fue como si una espiral de imágenes se metiese dentro de su cabeza mientras giraban y formaban un remolino que le hizo perder el equilibrio.

De repente se vio a si mismo con sus padres, después con Susan, Edmund y Lucy. De repente se encontraban en la escuela y después en Cair Paravel. Pudo ver a Caspian durante una milésima y luego de nuevo Londres. De nuevo estaba en Narnia, conociendo a Hier y Tal, a Ghemor y su hija. Luego se vio a si mismo entrando al laberinto y cogiendo la perla... entonces todo se volvió muy confuso, hasta que con gran concentración, pudo sonsacar una imagen de aquella marea: Tarkaan Ghemor estaba sentado en la silla del trono de Sol Eclipsado. Sostenía una copa y bebía de ella, y en su cara se dibujaba una sonrisa de triunfo.

Las Crónicas de Narnia: Perlas del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora