Habían pasado varias semanas desde que Hier se había ido de Sol Eclipsado y Tal Ceres se sentía más sola que nunca. No sabía porque, pero la falta de su capitán de la guardia era la más dolorosa de todas.
Koral intentaba animarla todo lo posible, pero solo tenía catorce años y pasaba la mitad del tiempo con su padre cabalgando o yendo a recepciones, ya que era la Tarkeena de Calormen.
Un día, cuando casi había llegado el invierno, la solandiana no tenía nada que hacer y decidió irse a uno de los jardines privados del palacio a meditar (lo cual la relajaba mucho) y hacía una eternidad que no tenía tiempo para ello. Cuando de pronto, escuchó una voz muy familiar:
—¡Regente Tal! La estaba buscando—dijo Ghemor contento de encontrarla.
Ceres se giró y bufó.
—¿Por qué cada vez que sonríe me dan ganas de suicidarme?—le preguntó con una sonrisa falsa.
El calormeno se rio y le restó importancia con la mano.
—Será por mi encanto abrumador—respondió sonriendo más si era posible.
La solandiana volteó los ojos.
—Dígame que quiere ahora—preguntó.
—¡Bien, directa al grano!—respondió contentó—Mi hija se está poniendo muy pesada con el tema de la cena y su ''sorpresa secreta''. Sé que usted y yo tenemos nuestras diferencias, pero por la niña a la que los dos apreciamos, debería pasar una velada con nosotros.
Ceres miró al Tisroc de arriba abajo, sin estar segura si debía clavarle su pendiente en los ojos y huir de aquel condenado lugar para siempre.
—Creo que no, muchas gracias. Ahora estoy intentando meditar, así que si me disculpa, váyase—dijo cerrando los ojos para volver a concentrarse.
El Tisroc se agachó para estar a su altura.
—Solo a usted le doy permiso para hablarme así, ¿lo sabe?—dijo sinceramente.
Ceres abrió los ojos, sorprendida.
—¿Qué me da permiso?—preguntó.
—¡Por favor, cene con nosotros! Koral me ha prometido no volver a insistir más—dijo suplicando—.Solo es una cena, ¿Qué podría pasar?
La solandiana suspiró, harta de oír al Tisroc de Calormen.
—Está bien, ¡solo una cena!—gritó—¡Y que conste que solo lo hago por Koral!
El calormeno se puso de pie, más contento que unas pascuas.
—Intentaré contener mi emoción, pero no prometo nada—dijo yéndose—¡Es esta noche a las nueve, en mis aposentos!
***
Después de darle muchas vueltas, Ceres decidió ir. Si estuviese Hier con ella, tal vez le dijese que no fuese a la cena, que no podía cenar con un asesino que mató a cientos de inocentes. Aunque la hija dijese que arrepentía de ello. Se arregló, aunque no mucho, solo se puso su uniforme de gala y se maquilló un poco las marcas azules de su cuerpo, aunque a cada pincelada de maquillaje, se sentía peor.
Caminó hacia las habitaciones de Ghemor y cuando estaba por tocar a la puerta, se escucharon risas dentro. Tocó dos veces.
—¡Adelante!—gritó Koral desde dentro.
La solandiana se sorprendió mucho cuando vio como habían remodelado las habitaciones con un estilo más calormeno y que a decir verdad, cuadraban más con la arquitectura. En el centro, había un sofá y unas tacitas.
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Las Crónicas de Narnia: Perlas del Destino
FanfictionLos tambores de la guerra resuenan en todos los rincones de Narnia y los reyes de antaño vuelven para librar su ultima batalla. Es un todo o nada. La lealtad y el amor serán puestos a prueba mientras un poderoso enemigo acecha de entre las sobras. N...