Una muerte, un Rey y la batalla

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Este es un capitulo de intensas emociones jeje

***

Había revueltas en la fortaleza fronteriza de Sol Eclipsado. El pueblo se estaba levantando contra sus gobernantes o al menos, eso intentaban. Ghemor no entendía la razón, ¡ellos habían sido unos buenos gobernantes! ¡Incluso les habían dejado practicar su religión! Pero cada vez más solandianos se agolpaban en las puertas del castillo.

El Tisroc hizo llamar a su segundo al mando, Isicho.

—¡¿Qué quieren esos sucios solandianos esta vez?!—gritó furioso.

—Desean la vuelta de los reyes Narnianos, gran señor de Calormen—respondió Isicho, intentando no enfurecer a su Tisroc.

—¡Pues no van a volver! ¿Tan difícil es entenderlo?—gritó.

—Al menos desean hablar con la Regente Tal, gran señor de Calormen—respondió con miedo.

—¡Si, eso! Dile que venga—dijo de mal humor, mientras se quitaba el pijama—.A ver si así se callan de una vez.

Un rato después (porque aun dormía) Ceres se presentó en las habitaciones de Ghemor. Estaba ya más que acostumbrada a ello.

—Dígame que quiere, Ghemor—suspiró.

El calormeno señaló el balcón muy furioso.

—¿¡Oye eso!? Son los gritos de su gente, ¡y me están volviendo loco!—gritó como si realmente fuese a perder la cabeza.

Ceres sonrió.

—Tal vez no protestarían si les diese lo que quieren—respondió.

—No se haga la graciosa conmigo, regente Tal—dijo Ghemor bebiendo un vaso de vino calormeno—.Es usted una mujer excepcional pero su descaro le traerá problemas.

Ella alzó los hombros.

—No puedo hacer nada por remediarlo entonces. Pero para calmar sus ánimos, podría declarar hoy como un día de fiesta y dejar que celebren que están vivos. Así olvidarían que tienen que convivir día a día con calormenos—respondió, con doble sentido y esperaba que de verdad él lo hubiese pillado.

—¿Por qué siento que no le gustan los halagos, regente Tal?—preguntó.

La solandiana se rio.

—¿Los halagos? Me encantan. Es usted quien no me gusta—dijo francamente.

—Oh, Ceres—respondió Ghemor, llevándose las manos al corazón muy teatralmente—.Me rompes el corazón.

Ella se rio y dio por finalizada la conversación.

—Si me disculpa, tengo que irme—dijo dándose la vuelta.

—Recuerdo que una vez hace muchos años, decidí dar un paseo por los campamentos donde vivían mis... ''trabajadores'' Solandianos—dio Ghemor, intentando empezar otra conversación.

Ceres suspiró. Otra vez a aguantarle.

—Bonito eufemismo para ''esclavos''—respondió.

—Paseaba y veía sus caras de odio hacia mí y también el miedo que me tenían. Entonces, una pequeña niña pasó delante mía y mi caballo casi la atropella—dijo con la mirada perdida.

La solandiana frunció el ceño. Esa historia le recordaba mucho a...

—Mis otros generales intentaron azotarla, pero yo los detuve—sonrió mirando directamente a Ceres, con la copa en los labios—.Me aseguré de que la niña no hubiese sufrido daños y luego le di una manzana. Aún recuerdo como sonreíste y como me abrazaste.

Las Crónicas de Narnia: Perlas del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora