Capitulo 2

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Plaag, el Kwami de Adrian, volaba alrededor suyo para despertarlo e ir a su clase de piano para recuperar el que se había perdido por sus misiones como Catnoir, pero no había forma de despertarlo. Anoché se quedó hasta muy tarde despierto estudiando para el examen de literatura del viernes. Aunque al joven se le dieran bien los estudios, quería adelantar para no verse interrumpido por sus clases de esgrima o piano o su obligación como Catnoir. Plaag lo intentó un poco más hasta que se le ocurrió una idea. Sacó un trozo de queso de olor muy fuerte y lo asomó muy cerca de la nariz de Adrian. El chico se levantó algo exaltado al percibir ese horroroso olor.

- ¡Puaj Plaag! - exclamó con una mueca.

- Lo siento, pero no había forma de despertarte. - cogió el queso y se lo comió de un bocado. - ¿Te acuerdas de la clase de piano que tenías que recuperar? - dijo despreocupado.

- Sí ya me acordaba, pero no pensé que me quedaría dormido.

- Que por cierto, aun no me has agradecido.

- Hay otras formas de despertar a la gente. - sonrió el chico. - Venga.

Adrian se vistió y cogió su notas de piano. Plaag se escondió en su chaqueta blanca y salió de la casa. Su chofer solía llevarle a todos los sitios pero éste prefirió ir andando esta vez para que le diera el aire.

Mientras, en la casa de Marinette, Alya le enseñaba lo último de Ladybug que subió en su blog a su mejor amiga mientras picoteaban galletas de chocolate rellenas de crema de nata antes de ir al parque.

Cuando estaban de camino, Alya se paró en seco.

- Alya. ¿Que pasa? - preguntó Marinette.

- No te lo pierdas. Adrian está ahí.

En efecto Adrian estaba casi enfrente de ellas. El rubio las vio he hizo un gesto en la mano a modo de saludo.

- ¡Ay madre, se acerca! - dijo Marinette nerviosa.

- Tranquilízate. No te pongas nerviosa. - le ordenó Alya.

- Hola chicas. - saludó sonriente Adrian.

- Hola Adrian. - saludó Alya tan tranquila. No obstante, Marinette se quedó en blanco.

- Ho... hola, Adrian. - rió nerviosamente. - Esto... ¿Que tal el pan?

Alya la miró con la ceja levantada. La pobre Marinette se dio una cachetada imaginaria por su gran metedura de pata.

- Estuvo muy bueno. Gracias Marinette.

A Marinette debió de formarsele en la cara una sonrisa de idiota pero Adrian seguía mirandola con una sonrisa.

- ¿A donde ibas, Adrian? - preguntó Alya.

- A recuperar una clase de piano.

- ¿En serio? Seguro que se te da muy bien tocar. - dijo Marinette sonriente.

- Bueno, aun no soy del todo bueno pero estoy aprendiendo. - dijo un poco sonrojado pero apenas se notó.

- Oye... si quieres... podemos acompañarte. - dijo timidamente la oji azul.

- Yo acabo de acordarme que tengo que ir a la biblioteca. Ve tú con él Marinette. Nos vemos más tarde en el parque. - y como un rayo, Alya dejó a Marinette y a Adrian solos.

Ninguno de los dos sabían qué decir. Se quedaron un rato mirandose pero cuando unos ojos aterrizaban en otros, éstos se apartaban como si fueran dos imanes que no pueden coincidir por mucho que lo fuerces.

Las Aventuras De Ladybug Y Catnoir: Una Historia De Amor DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora