Capitulo 22

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Las heladas calles de Paris estaban llenas de nieve engrisecidas por la suciedad del suelo.

A pesar de llevar un vestido de gala y un abrigo únicamente como protección, su calzado era el adecuado para el invierno eran unas botas sin tacón largas pero elegantes para ir a una fiesta.

Tenía al pequeño Chatnoir en brazos acurrucado en su abrigo.

Tikki salió un poco del bolso de Marinette y la llamó.

- Marinette una cosa.

- ¿Qué pasa Tikki? - le preguntó curiosa la adolescente.

- Sé que te sonará raro y posiblemente... te molestes un poco conmigo. - sonrió Tikki.

- ¿El qué? - preguntó Marinette sin comprender.

- ¿No te ha recordado el gatito un poco a Catnoir? - le preguntó.

Oir aquella confesión de su Kwami dejó muy sorprendida a la azabache. Aún si eso fuera cierto, ella nunca lo admitiría pero claro era Tikki de quien estaba hablando. Entre ellas no existen secretos.

- Sinceramente Tikki, si lo pensé. Por un momento creí que era una señal. - cuando acabó la frase pensó en lo que había dicho y enseguida se dio cuenta de que era ridiculo. - ¿Que tonteria verdad?

Tikki salió por completo de su bolsito de noche y se puso en frente de Marinette negando con una sonrisa.

- No, no me parece una tonteria. ¿Por qué no miras si está por aqui? - la animó.

- ¿Lo dices en serio? Seguramente estará con su familia. - se sonrojó ligeramente al pensar en buscar a Cat. La verdad es que no quería verlo. No se atrevía.

- ¿De verdad es lo que crees?

La pequeña kwami roja y la adolescente se miraron a loz ojos sin saber muy bien que hacer.

En ese momento el pequeño gatito maulló a Marinette haciendo que ella le mirara a los ojos. Esos grandes ojos verdes eran clavaditos a los de su compañero. Mirar al pequeño Chatnoir a los ojos era más fácil que con el enmascarado ya que él seguía sintiendo algo por ella. Y eso la hacía sentir culpable. Ella también sentía algo por él.

Sin decir una palabra más, Marinette, Tikki y el pequeño Chatnoir se escondieron en un callejón y de ahí salió Ladybug con el gatito aún en brazos. Uso su yoyo para volar por los tejados mientras la nieve dejaba de caer del cielo nocturno.

Mientras, un gato negro se encontraba en un edificio alto de París donde se podía ver la Torre Eifell y su casa. Seguía sentado de piernas cruzadas y con los brazos descansando en ellas. La nieve dejó de caer y el gato suspiró. Había pasado un buen rato desde que habló con su padre y cada vez que recordaba esa conversación las lágrimas amenazaban con caer de sus verdosos ojos.

- Soy un estupido. - se dijo a sí mismo. - Ella no va a venir. Estoy seguro... de que Marinette... estara con sus padres. - una imagen de la chica pasó por su cabeza y luego se acordó de su madre. - Tiene suerte.

Un nudo se le formó en la garganta al susurrar esa frase y al haber recordado esa sonrisa que le recordaba a la de su madre. Marinette... Ladybug... aquella vez en su casa en la que ambos dijeron a la vez, "Tiene tu sonrisa"...

Al final Catnoir empezó a llorar en silencio dejando que su cara se helara por el frío.

- Al fin te encuentro gatito.

Conocía muy bien esa voz pero no se creía que fuera real hasta que la mariquita se puso delante de él agachándose un poco para estar casi a su altura.

Las Aventuras De Ladybug Y Catnoir: Una Historia De Amor DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora