Narra Pablo:
- Trate de no mover demasiado la pierna y recuerde reposarla en alto - me repite el médico por enésima vez.
Les doy las gracias y salgo de la clínica, se siente bien no tener que seguir andando ayudado por la muleta. La pierna todavía molesta un poco pero con los calmantes, que ya no son tan fuertes como los otros, el dolor disminuye,
- ¿Listo? - me pregunta Gonzalo abriéndome la puerta del auto.
- Si - murmuro con bronca.
- Algo menos de qué preocuparse - trata de sonar relajado pero la verdad es que desde que secuestraron a Alai nuestros días son una completa y jodida montaña rusa de emociones, claro que ninguna es positiva. Pasamos del dolor al odio, de las lágrimas a los gritos de bronca, de la frustración a la ira.
- Vamos para la comisaría. - le digo sin demasiadas ganas de hablar. Pasamos todo el tiempo en la comisaría releyendo una y otra vez el expediente que ya nos sabemos de memoria.
Gonzalo parece pensar igual que yo porque en todo el trayecto no emite sonido, lo cual le agradezco.
Estaciona el auto en el mismo lugar de siempre, bajamos y entramos, preparamos como cada mañana café y le digo a Mirta que nos lleve uno cada hora como todos los malditos días. Vivimos en una constante rutina fría y agonizante.
- ¡Chicos! - Martín sale del laboratorio y corre hacia nosotros - despertó.
¡Al fin una buena noticia entre toda esta mierda!
- Vamos - me dice Gonzalo.
- Gracias - le suelto rápidamente a Martín, antes de salir.
- ¿Necesitamos una orden para interrogarlo o algo así? - le pregunto a Gonzalo.
- Si, pero ya la tenemos. La pedí apenas supe que el tipo estaba vivo, podía morir o vivir, pero si vivía quería estar preparado para cuando despierte.
El sujeto al que le disparé sobrevivió a la operación pero no despertaba del coma inducido, pasó los últimos diez días durmiendo, los mismo días que pasé con la pierna inmovilizada y los mismos diez días que Alai pasó secuestrada.
Llegamos a la clínica y Gonzalo les enseña la orden a los guardias que vigilan la puerta. Nos dejan pasar al instante.
El sujeto es rubio y fornido, es la primera vez que puedo verle la cara ya que el día del ataque usaban pasamontañas para que no los podamos reconocer. Una venda cubre la mayor parte de su abdomen y cuando respira hace muecas de dolor. Me alegro de que le duela y me contengo para no retorcer mis dedos sobre su herida.
- Hablá - le espeto con bronca.
- ¿Qué quieren que les diga? - nos pregunta fingiendo no entender nada lo que solo me hace enojar más.
- ¿Dónde está Alai? - le pregunta Gonzalo y por el tono de su voz, él tampoco está nada contento.
- No tengo idea y si supiera, tampoco les diría.
Levanto mi puño para golpearlo y Gonza sujeta mi brazo.
- Te vas a pudrir en la cárcel igual, te conviene hablar y con suerte tenés un par de años menos - le dice al sujeto.
- Me van a matar de todas formas - le responde encogiéndose de hombros.
- Si vos hablás, atrapamos al Tuerto y nadie puede dar la orden de matarte. Si no hablás entonces sí te van a matar. - le explico sarcástico.
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Dime quién soy yo, sin ti a mi lado.
Romance"A veces me pregunto si alguna vez le rompí el corazón a alguien, si alguna vez fui capaz de estrujarlo con cada una de mis palabras hasta reducirlo a un montón de vidrios rotos. A veces me pregunto si alguien arrojó cosas maldiciendo mi nombre, si...