Yo estoy con vos.

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Narra Gonzalo:

Hace varias horas que salí del departamento, me preocupa dejar sola a Alai tanto tiempo, al menos ahora come. Cada noche tiene pesadillas, cada mañana se despierta llorando, a veces deja de hablar otra vez, se niega a salir a la calle. No puedo culparla, está pasando el peor momento de su vida y en lo único que pienso constantemente es ¿Qué haría Pablo? Él sabría como calmarla, sabría que decirle, sabría como hacer que le duela menos. 

Me hace falta Pablo, a mi también. Aún no me acostumbro a que no esté, me cuesta creer que me voy a levantar y no va a estar en la cocina preparando el café, que no va a estar haciendo sus chistes incómodos pero que rompían cualquier tensión y silencio, que no van a estar sus consejos, sus palabras de aliento. 

Pensar que ya pasó un mes. Nunca tendría que haber aceptado ese chaleco, era suyo. Estaba tan sorprendido de tener que usar uno que no me di cuenta que era de él y que no se puso otro. Una y otra vez se repiten las imágenes en mi cabeza como si las estuviera volviendo a vivir. Mariano apuntando su arma, Alai interponiéndose, Pablo cubriéndola y la bala impactando en su espalda. Tampoco olvido la sensación de gatillar el arma contra el que fue mi mejor amigo. Si, yo fui el que le disparó a Mariano, justo después de que Pablo recibiera el disparo, sentí el odio correr por las venas y disparé, yo lo maté. 

Después de apretar el gatillo simplemente me quedé parado observando, Alai lloraba desconsolada y Pablo se iba lentamente, lo único que pensaba en esos momentos era en porqué no había disparado antes. Nunca pensé que iba a ser capaz de matar a alguien, mucho menos a mi mejor amigo, o bueno, al que yo creía mi mejor amigo, pero lo hice y siempre voy a cargar el peso sobre mis espaldas. Ahora entiendo porqué estaba tan enojado con él cuando apareció después del secuestro, quizás yo también deba escuchar más mis intuiciones, Pablo era  bueno con eso. 

- Doctor ya puede pasar - me dice el guardia. 

Entro a la celda y espero a que traigan a Kevin, después de que trató de salvar a Alai me ofrecí a llevar adelante su caso, está bastante complicado y él lo sabe, pero también sabe que se lo merece y está dispuesto a pagar el precio de sus malas decisiones. 

- Hola Gonzalo - me saluda y se sienta frente a mi. 

- Hola Kevin - le sonrío. 

- ¿Alguna novedad? Pensé que no ibas a venir hasta la semana que viene... 

- Si, como abogado me toca venir la semana que viene. - Me mira confundido - vine a agradecerte por ayudarnos y por tratar de salvar a Alai, sabiendo que iba a costarte la vida. 

Sacude la cabeza - Era lo menos que podía hacer. 

- ¿Qué vas a hacer con tu vida cuando salgas de acá? - le pregunto. 

- Estudiar, quiero terminar el secundario y después buscarme un trabajo normal. - se ríe. 

- Te felicito. 

- Doc ¿Te puedo hacer una pregunta? Siempre me quedó la intriga... 

- A ver... - sus preguntas siempre son muy extrañas y a veces, incómodas. 

Habla en susurros - Vos mataste al Tuerto y enfrente de un montón de policías... ¿No tendrías que estar preso? - me hace reír a carcajadas, no lo puedo evitar. 

- Puede ser - le confieso. 

Abre los ojos exageradamente - ¿Y que onda? ¿Cómo safó? - la jerga que Pablo tanto odiaba. 

- Murió un oficial - bajo la mirada - y como disparé después de Mariano, fue en legítima defensa. 

- Lo querías a Pablo ¿no?

Dime quién soy yo, sin ti a mi lado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora