Narra Alai:
Hace dos meses que no hablo con Gonzalo. Cuando nos cruzamos en el pasillo simplemente lo ignoro, él trató de hablarme un par de veces pero no lo dejé. A Nico lo veo bastante seguido y realmente lo quiero, conocí su lado tierno y cariñoso. Me gusta.
Hoy salí tarde de la facu, ya es de noche y apresuro mi paso para llegar al departamento. Hace demasiado frío. Doblo una esquina y me siento observada, volteo varias veces a ver pero no noto nada fuera de lo normal, decido ignorar la sensación.
Camino un par de cuadras más y escucho un golpe, no puedo seguir fingiendo, alguien me sigue. Mi respiración se agita y mi corazón late cada vez más rápido, doblo en una calle equivocada y me topo con una pared. Un callejón sin salida. Giro sobre mis talones para retomar el camino y ahí es cuando lo veo, hay un hombre frente a mí, es bastante corpulento y tiene una extraña sonrisa en el rostro.
Da un paso hacia mi y yo retrocedo, pero claro, no puedo ir muy lejos. Quiero correr y pasar por su costado pero cuando lo hago me empuja y caigo contra un contenedor de basura, una punzada de dolor se instala en mi hombro y un quejido seco se escapa de mi boca. Trato de levantarme pero el toma una de mis piernas y me jala hacia él, me raspo con el pavimento y quiero gritar pero me golpea la cara con fuerza.
Siento mi labio inferior hinchado y cuando paso mi mano noto que está sangrando mucho, tengo miedo - ¿Qué quiere? Déjeme ir por favor - le grito entre sollozos.
- Callate pendeja, callate - me grita mientras vuelve a golpearme, esta vez con más fuerza.
El golpe en la cabeza fue duro, siento que mis sienes van a estallar y no puedo parar de llorar. Tira con fuerza de mis brazos para que me despegue del piso y pataleo con todas las fuerzas que me quedan, el tira más y más de mi arrastrándome al fondo del callejón. Sigo gritando hasta que siento que mis cuerdas vocales comienzan a flaquear.
El tipo arremete otra vez contra mi cabeza y lo último que recuerdo es el pitido de mis oídos aturdidos.
...
Pestaneo acostumbrándome a la claridad, la cabeza me duele demasiado. No se parece en nada al dolor que dejan mis noches de alcohol, éste es agudo y con cada músculo que muevo mis ojos se empañan de lágrimas. ¿Qué pasó? De pronto lo recuerdo, me incorporo bruscamente buscando al sujeto que me golpeaba. ¿Qué me hizo? Siento la desesperación recorriendo mi cuerpo y unas manos me sujetan desde mi costado, grito con todas mis fuerzas, tratando de zafarme.
- Sh, tranquila princesa, tranquila. Ya estás a salvo...
Conozco esa voz y nunca creí que iba a estar tan feliz de volver a escucharla, dejo que él me abrace y lloro como nunca antes en mi vida había llorado. Me ahogo entre sollozos y él comienza a tararear una canción de cuna, de esas que nos cantaban de pequeños para dormir, me hamaca suavemente entre sus brazos y poco a poco me relajo.
- Princesa, nunca voy a dejar que nadie vuelva a tocarte, te lo prometo.
Me hundo un poco más en su pecho y me aferro con todas mis fuerzas a él, Gonzalo siempre aparece cuando más lo necesito. Besa mi cabeza y continúa tarareando la canción. No quiero separarme de su cuerpo, aun no dejo de temblar pero sé que estoy segura en sus brazos, más segura de lo que podría estar en cualquier parte del mundo.
Narra Gonzalo:
Tuve un día de esos que es mejor olvidar, en el estudio se nos estaba venciendo un plazo improrrogable y pasamos el día trabajando, salgo ya entrada la noche sin haber tenido un solo momento de descanso y mi auto decide que no quiere arrancar. Después de un par de insultos y de que la grúa no pueda venir hasta mañana empiezo a caminar de mala gana rumbo a mi casa.
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Dime quién soy yo, sin ti a mi lado.
Romans"A veces me pregunto si alguna vez le rompí el corazón a alguien, si alguna vez fui capaz de estrujarlo con cada una de mis palabras hasta reducirlo a un montón de vidrios rotos. A veces me pregunto si alguien arrojó cosas maldiciendo mi nombre, si...