Narra Gonzalo:
Una pelirroja se acerca moviendo sus caderas sensual. La observo de pies a cabeza y tengo que reconocer que es jodidamente sexy. Buenos pechos, cintura delgada, piernas largas y una boca bien carnosa.
- Hola lindo - me saluda acercándose y jugando con el cuello de mi camisa. Esta chica sabe lo que quiere y perdió la vergüenza hace muchos años.
- Hola, soy Gonzalo - me presento y ella clava sus ojos verdes en los míos.
- Soy Érica - me dice para luego besar la comisura de mis labios.
Observo a Alai y Pablo alejarse por la playa, la observo a ella quitarse los zapatos tambaleándose y a él sostenerla mientras ambos ríen. Me termino mi bebida de un solo trago. Una ráfaga de viento hace que el vestido de Alai se despegue de su cuerpo dejando al descubierto gran parte de sus glúteos, me muerdo el labio nervioso y ella sigue caminando como si nada, moviendo las caderas malditamente sexy sin siquiera intentarlo.
- ¿Otro trago? - la voz de la pelirroja me devuelve a la realidad.
- Si - le respondo frotándome la nuca - pero esta vez necesito algo más fuerte.
Nos bebemos varios tequilas mientras dejo que Érica haga lo que quiera conmigo, ella se divierte toqueteándome más de lo necesario y besando mi cuello. No opongo resistencia y sigo bebiendo tratando de olvidar la imagen de Alai y Pablo besándose. La pelirroja marca un camino de besos desde mi cuello a mi boca y luego de terminar el tequila presiono mis labios en los suyos. No besa mal pero no siento absolutamente nada, de todas formas me la voy a llevar a la cama.
La tomo de la mano y la conduzco hacia mi habitación. Cierro la puerta detrás de mi y Érica se acerca para besarme nuevamente, sin perder demasiado tiempo desabrocho su vestido y ella juguetea con mi cuello. Sus manos bajan a mi pantalón y luego de desabrocharlo buscan un poco más allá, ahora si que ha logrado que me concentre en ella. La llevo hasta la cama y me desvisto, ella hace lo mismo con lo que le queda de ropa. Me acomodo sobre ella y empiezo a besarla, comienzo a tantear en mi mesita de noche buscando un condón, me lo coloco y me introduzco en su cavidad haciendo que gima de placer. Por un par de minutos me pierdo entre sus piernas hasta que mi inconsciente me traiciona.
- Me gustás Alai...
Por un par de segundos no me doy cuenta de lo que acabo de decir hasta que ella me empuja con fuerza apartándome de su cuerpo, sos ojos verdes destellan de rabia.
- ¿Me estás cargando boludo? - me dice mientras comienza a vestirse.
Alboroto mi cabello confundido - Perdón...
Trato de tomar su brazo pero ella quita mi agarre con fuerza - No me toqués nene, en mi vida me pasó algo tan horrible - me dice enojada. - ¡¿Quién te pensás que sos?!
Se va de mi habitación dando un portazo, dejándome sentado a media erección y completamente confundido por lo que acaba de pasar. Las dos peores cosas que te pueden pasar con una mujer son, primero que tu "amigo" no quiera colaborar con erectarse y segundo decirle el nombre de otra mujer; y si pensás que confundirte de nombre es incómodo, confundirte en pleno acto sexual es realmente una mierda.
Hay una cosa que no puedo negar, no sé si fue por el efecto del alcohol o que, pero mientras yo jugaba entre sus piernas la imagen de Alai debajo de mí no salía de mi cabeza. Me tomo la frente con ambas manos y presiono los dedos en mis ojos. Me voy a dar una ducha de agua fría y luego me acuesto. Pasa un buen rato y no consigo dormir. Me levanto y salgo al balcón que da justo a la playa.
Alai y Pablo vienen caminando por la arena, ella tiene puesta su camisa y en su mano trae el vestido y los zapatos, él por su parte solo lleva puesto el pantalón. La abraza por los hombros y cada tanto se acerca a besarla. Una nueva corriente eléctrica de celos recorre mi espalda y después de tanto tiempo el enojo vuelve a florecer en mi interior. ¡La puta madre!
Estoy apoyado en la barandilla del balcón y mis nudillos ya están blancos por la presión que ejercen mis manos sobre las barras metálicas, mi mandíbula está fuertemente presionada. Alai levanta la vista y clava su mirada en mi, su sonrisa desaparece por un par de segundos y con más rabia que antes entro a mi habitación cerrando la puerta. Mi cabeza da vueltas y el alcohol es el único culpable.
Minutos después alguien golpea mi puerta. Abro y me encuentro con sus ojos color miel, su cuerpo cubierto por una camisa blanca que apenas consigue taparla y su cabello castaño revuelto. - ¿Qué hacés acá? - le pregunto sin saber muy bien porque estoy tan molesto con ella.
Sin pedir permiso entra a la habitación y me observa fijamente hasta que cierro la puerta a mis espaldas - ¿Qué? - la vuelvo a interrogar aún más molesto.
- ¿Que te pasa Gonza? - me pregunta ella confundida.
- ¿A vos que te pasa que venís a esta hora? - la bronca no se disimula cuando hablo.
- Vi la forma en la que nos mirabas y quise venir a hablar con vos.
Me siento en la cama derrotado y escondo mi cabeza entre las manos. Siento mis ojos cubrirse de lágrimas y trato de contenerlas desesperádamente. Ella apoya una de sus manos en mi hombro y todo mi control interno para no llorar se cae por la borda. Alai simplemente se sienta a mi lado y me abraza, me dejo envolver por sus brazos como ella lo hizo tantas veces conmigo y dejo que el dolor se vaya con mis lágrimas, es la primera vez desde que rompí con ella que lloro.
Alai acaricia mi cabello y tengo que contener las ganas de besarla - ¿Por qué viniste? - le pregunto en un susurro.
- Porque me importás Gonza y te vi mal, te vi enojado y con mucha bronca y sé que es culpa mía. No podía simplemente ignorarlo.
Me aparto de ella y la observo, sus ojos color miel también están rojizos y acaricio su mejilla con mi mano. Me acerco lentamente y ella se paraliza, puedo sentir su respiración chocando en mi cara, su aliento dulce y la fragancia de su aroma a vainilla. Rozo mis labios en los de Alai y ella desvía su cara hacia un costado mientras se levanta de la cama.
Me tomo la cabeza con las manos - Perdón, tomé demasiado - trato de justificar lo injustificable.
- Perdoname vos Gonza, si hubiera algo que pudiera hacer para quitarte el dolor lo haría, te juro que lo haría.
La miro a los ojos una vez más y es que si hay algo que ella puede hacer y ese algo, es estar conmigo, volver a besarme, volver a abrazarme, volver a ser mía. Pero no me ama, ama a Pablo y no a mi. Eso es lo que me duele, después de más de un año todavía me duele.
- Princesa... - susurro y mi voz se pierde, tantas veces la llamé así a ella y solo a ella. Siempre va a ser mi princesa.
- Perdoname - me dice con un hilo de voz y esta vez es ella la que está llorando, me levanto para abrazarla y ella se esconde en el hueco de mi cuello entre sollozos, su cuerpo tiembla debajo de mis brazos y siento la culpa corriendo por mis venas. Culpa por hacerla llorar, culpa por sentir celos, culpa por tratar de besarla.
- Vos no tenés la culpa - le susurro al oído y es verdad. Nadie tiene la culpa, los sentimientos son una de las cosas que nadie puede elegir, ni ella eligió enamorarse de Pablo, ni él de ella, ni yo de ella. Sencillamente pasó y aunque queramos arreglarlo no hay como hacerlo, quizás algún día simplemente deje de doler.
Ella se aparta de mi una vez más limpiándose las lágrimas con las manos, me parte el alma verla así. Beso su frente y ella suspira. - Siempre vas a ser importante para mi Gonza. Pero lo amo y es mucho más fuerte que yo. - me regala una última mirada de sus ojos color miel y sale de la habitación cerrando suavemente la puerta tras ella.
Con una nueva mezcla de sentimientos corriendo por mis venas me acurruco en la cama y dejo que Morfeo me arrastre al mundo de sus sueños.

ESTÁS LEYENDO
Dime quién soy yo, sin ti a mi lado.
Romance"A veces me pregunto si alguna vez le rompí el corazón a alguien, si alguna vez fui capaz de estrujarlo con cada una de mis palabras hasta reducirlo a un montón de vidrios rotos. A veces me pregunto si alguien arrojó cosas maldiciendo mi nombre, si...