-Hola –Dijo una dulce voz detrás de mí y me di vuelta en la arena.
-Hola –Conteste, todavía con mis juguetes en mano. De pronto se sienta al lado y jugó con mis juguetes. Al principio me enojé, no quería que los tocara. Pero luego jugamos. Y nos hamacamos. Y nos escondíamos y nos encontrábamos. Y corríamos.
-¿Queres ser mi amiga? –Preguntó cuándo Dita se acercó para decirme que debíamos irnos. Me quejé cuando ella hablaba con otra persona, pero cuando me dijo que nos volveríamos a ver con el chico el viernes me alegré.
-Chau –Dije.
-Chau –Contestó y su mano se movía al igual que la mía.
-¿¡Sebastián!? ¡Sebas! –Grito emocionada y me abalanzo sobre él, estrechándolo en un gran abrazo. Sus brazos me rodearon por la cintura con timidez y sin apretarme mucho. Fue un raro impulso. Todo de mí quería hacerlo, pero... fue raro después de cinco... seis años. Lo solté sintiéndome repentinamente tímida y avergonzada. Y más al escuchar a sus amigos gritando "ea, ea" y aplaudiendo. Mis mejillas se tornaron rojas. Estoy segura.
Nos conocimos a los tres años en esta misma plaza, apenas llegamos de Francia. Mi primer amigo.
Mi abuela, después de tantas insistencias mías de que no nos vayamos porque quería seguir jugando con él, concordó con su mamá para venir los mismos días y a la misma hora, así jugábamos. Llevamos así un año, hasta que dejó de venir unos meses. La mamá de él le había avisado a Dita que estaban en plena mudanza. Y se mudaron exactamente frente a la mía. Nos alegramos como nunca antes y todos los días sin falta estábamos en la desolada calle jugando o en mi casa o en la suya. Y luego hicimos jardín, juntos. Pero desde que él se cambió de colegio en quinto grado, y también de barrio, no nos vimos nunca más.
-¿Qué haces? ¡Pasó mucho tiempo! –Me dice él sonriendo, seguramente a los dos nos llegaban millones de recuerdos. Para mí era un hermano, lo era todo. Hasta que un día me empezó a gustar, y mucho.
-¡Muchísimo!... Casi no te reconocí... estás muy distinto –Digo todavía sin creerlo.
[Muy distinto... para bien. No te babosees, Mariana]
[Cállate]
[Admítelo. Está como para violarlo]
-Y vos seguís enana como siempre –Ríe, y yo río con él, golpeándolo.
[Contrólate Mariana, no lo has visto por años]
[Pero me siento... bien... con confianza...]
-Che, esperame un ratito que despido a mis amigos y seguimos hablando.... me contas de tu vida, ¿dale?...
-Sí, sí, ¡Dale! –Quedé mirándolo. [¿De mi vida? ¿Qué hay para contar? Nada interesante].
Lo observo alejarse y hablar con sus amigos.
Está tan alto... tan hermoso... tan grande... tan él. ¡Sus ojos!, es algo que nunca voy a olvidar. Son marrones pero... su tonalidad o tal vez el círculo verde oscuro que tiene alrededor del iris... algo lo hace tan especial. Tan único. Esos ojos a los que miras con admiración, que cuando están contentos brillan y cuando están tristes se reflejan en ello. Su ropa... –Sonrío involuntariamente– Ese estilo tan hippie. Remera ancha, pantalones rotos. Su cabello totalmente descontrolado y con vida propia y...¡Su sonrisa! –Pienso cuando da vuelta y se acerca con esa ancha sonrisa– Sonrisa torcida, solía llamarlo.
-No puedo creer. No puedo creer que después de seis años te reconocí, ¡Estás muy grande! –Me dice abriendo los ojos
-¿Y vos? ¡Estás tan alto! ¿Por cuántos metros vas? –Bromeo, se ríe.
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Todo parece un sueño
Romance"Todo parece un sueño" se centra en una chica común y corriente, que quiere vivir su adolescencia al máximo, fiestas, diversión, amigos... amor; pero un día despierta sintiéndose muy extraña por un sueño que no recordaba. A pasar los días, seguía te...