Capítulo 27: ¿Preservativos?

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Papá me llamó a las seis de la madrugada para saber si quería que me vaya a buscar. Le respondí que no, que nos íbamos a ir al quincho de una amiga y luego a su casa a dormir.

Al volante iba Arabella, la única que no había tomado por responsabilidad: a esta hora siempre están los policías controlando por la avenida. En el asiento de acompañante esta Luli, que se daba vueltas cada tanto para charlar conmigo, Guido y Sebas.

Cantábamos, charlábamos, reíamos.

Cada tanto lo miraba a Guido, que hermoso es. Su sonrisa... me encanta cuando sonríe y se le forma su pequeñísimo hoyuelo debajo del ojo.

Me agarró la mano. Una oleada de felicidad, calor, cosquillas, me recorre por todo el cuerpo, haciéndome quedar con los cachetes ardientes. [¡No!. ¿Me puse colorada?]

Sebas hablaba con Cami por celular. Luana me hablaba del vestido de la insoportable de Julieta, mi compañera de curso, que se le había roto la manga, y lo arregló rompiendo la otra. Aunque pienso la valentía que tuvo, yo no me hubiese animado, y solamente hubiese llorado sin parar. Guido y Bella se reían cada tanto, pero eran los que menos hablaban.


-Y bueno, nos interrumpió ese chico de séptima, no me acuerdo su nombre... El cepillo de dientes pondré mañana en esta mochila junto con el desodorante y el perfume. –Digo colocando mi peine, un dentífrico nuevo, y unas toallitas femeninas en la mochila.

-¡Oku!. Ah... así que los interrumpió... maldita sea, hay que matarlo... ¿Y tu calza animal print? ¿No la llevas? –Dice mientras coloca una calza Oxford y otras remeras.

-¡No!, sabes que nunca me gustó. Y sí, tenía ganas de matarlo. –Digo, comiendo una galletita dulce. –Estuvimos toda la noche juntos... -Sonrío –Ignorando a los demás... hasta que desaparecieron, éramos solo nosotros dos los que estábamos...

-Qué lindo... me emociona que por fin estén juntos...

-¡Frena un toque!. –Digo alzando las cejas y sonriendo. -Solo nos besamos y pasamos tiempo juntos, pero todavía no somos nada... -Solo digo, melancólica. –Todo paso tan rápido que ni siquiera puedo... imaginar que sea real. –Pienso en voz alta, mientras la curva de mi boca no se me desarma. Me sentía tan feliz, después de todo.

-Bueno, tal vez tengas que empezar a creer que sí es real –Me mira a los ojos y remarca las últimas tres palabras. –¡Las medias cancán, boluda! –Dice de repente. -Oooou paradais, paradaiiiisss –Grita luego, escuchando la canción que sonaba de su mini parlante.

-Deja de cantar, parece que te estas ahogando y arruinas la hermosa canción.

-Wow, gracias por tu sinceridad.

-Es tan tierno... tan atento... se preocupa por todo, siempre está pendiente de lo que me gusta y lo que no. Sus besos... sus labios suaves –Cambio de tema. Me muerdo el labio, recordando la noche anterior, mientras me agachaba hacia el cajón para buscar las cancanes.

-Pero sus besos intensos. –Dice alzando y bajando las cejas de seguido y rápido -¡Ay, ay, ay! ¡Como amo la pareja! –Grita otra vez, y yo me tapo los oídos arrugando la cara.

-¿Estas con ganas de gritar, Luli?

-Estoy contenta, che –Me dice, haciendo puchero, y luego empieza "Te pido perdón" de Banda XXI y me agarra las manos para bailar, siguiendo el ritmo de esa cumbia. Se ríe, me suelta y sigue: –¿Y qué pasó después?

-Bailamos juntos... pegados... toda la noche. Me abrazaba. Y en el auto me agarró las manos... eso ya sabes...

-¿Y en el quincho?... ¿Tus botas ya están? –Asiento.

Todo parece un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora