Capítulo 6: Llorando por ella

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Cuarta semana:

Desde que empezó todo esto me siento pésimo. Sin ánimo para nada más que para verla a ella. Me siento vacío. Sin vida. Cada día que pasa, peor. Pero hoy... hoy me hirieron más que nunca.

Solo esas cuantas palabras hicieron que mi mundo se derrumbara. Todas las esperanzas que tenía se fueron al tacho de basura. No me quedaba fuerzas para seguir resistiendo, pero eso era lo único que me quedaba: Resistir.

Y en aquel momento lo escuché... lo miré... y luego solo lo oí. Porque me estaba apagando. Me estaba hundiendo. Y empecé a caminar... y caminé... y caminé... hasta que mis piernas empezaron a flaquear; temblaban como mis labios, como mis manos. Mis ojos ardían. Y entonces, en el momento que llegué a su habitación, me caí en el piso, y lloré. Otra vez. Y otra. Y otra. Y otra vez. Paraba, pero al segundo recordaba algo y volvía. Sentía un dolor horrible en el pecho, como cuando me dijeron lo de Francisco. Lo recordé a él riendo, la recordé a ella riendo.

Y no paré de llorar por horas. Por días. Cada noche que me acostaba, escuchaba la voz del médico en mi cabeza: "En palabras más fáciles, esperamos que la paciente esté en condiciones de poder respirar sin ayuda, pero falta ese estímulo... Cada hora que pasa tiene menos posibilidades de sobrevivir".

[Cada hora que pasa tiene menos posibilidades de sobrevivir]. Me doy vuelta en la cama y cierro los ojos. Y entonces otra vez, me duermo y despierto en la mitad de la noche.

En un paso lento, Mar se acerca a mi cama. Se acuesta al lado mío, me mira a los ojos y me dice "te amo", dándome un beso, tocándome el rostro. Puedo sentir su tacto. Solo deseaba que ese momento fuera eterno, pero cuando toco su mano, ya no la siento; se aleja, y yo trato de agarrarla, fracasando en todos los intentos. Y después escucho gritos. Miro mi habitación vacía y termino sentado, no en mi cama, si no en el asiento del colectivo. "Te amo" dice su voz otra vez, pero cuando giro mi cabeza la veo con el rostro cortado, con gotas de sangre cayendo. Otra vez el colectivo empieza a vaciarse, y luego aparezco en el hospital. Llorando por ella.

Otra noche más me encuentro a su lado. Contándole las novedades.

Otra noche más, llega Dominga con su cena, diciéndome que el horario de visita acaba.

Y, otra noche más, no puedo dormir sin despertar a mitad de una.

Todo parece un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora