-Por favor, necesito que despejen la sala. Tiene que descansar, todo está bien. –Dice la doctora sonriendo, tranquila.
Mi cuerpo y alma se alivian mientras Guido me protege en sus fuertes brazos. Mi sollozo no frena aun así, y entonces me doy cuenta de cuánto lo quiero a mi padre, de cuánto lo necesito cerca. Descansamos en los bancos del pasillo del hospital luego de las dos horas de llegada. Y entonces en este momento me doy bronca por no haberme puesto un jean y una linda remera [¿Vestido? ¿Enserio?].
Mi madre no aparece desde la llamada.
Mi hermano... tal vez ni siquiera se enteró.
-Ya pasó –Me dice en un susurro cálido, lleno de esperanza. Su voz cerca de mi oído me relaja, y sus brazos me contienen. La fría silla, el frío lugar y el silencio en el pasillo provocan temblor en mis labios y me hace acurrucarme todavía más en el pecho de Guido. La llovizna hace rato se había convertido en lluvia y me hace pensar que esto se parece a una dramática película Estadounidense. Y más aún cuando Guido se aleja de mí unos centímetros para poder sacarse su campera y ponérmela encima. Me besa la cien y el temblor de los labios se detiene unos instantes, cando mi vista se fija en sus claros ojos. Y con una sola mirada, le agradezco todo lo que hizo por mí, por estas simplemente conmigo. Le dedico una pequeña sonrisa sincera y él me la devuelve, abrazándome todavía más.
-Puedes irte a descansar, Guido. –Digo, al cabo de un rato.
-No –Contesta sereno. Yo frunzo el entrecejo.
-Es tarde –Lo miro. –Además, yo me quedaré acá toda la noche, por si acaso. –Él vuelve a negar, manteniéndose firme con su respuesta. Iba a abrir mi boca para seguir tratando de convencerlo, pero me interrumpe:
-Sabes que hasta en tus peores momentos voy a estar con vos, siempre. –Me mira.
-¿Te quedarías conmigo pase lo que pase?
-Siempre.
-Me encanta cuando sos así de cursi –Le digo por fin riendo después de tanto llanto, y no me sorprendo al notar mi voz ronca.
-Y... así aprendí a conquistar –Me guiña un ojo. Nos reímos. Me hace reír cuando más lo necesito, cuando más triste estoy, por eso lo amo, y cada día más.
Mi risa se frenó, levantándome de repente, en el momento que una enfermera entra a la sala de mi padre, y otra más al instante. Es inevitable asustarme, la última entró con un paso acelerado. En un solo segundo mi corazón volvió a subir hacia mi garganta, provocándome un nudo justo allí.
-¿Qué... qué pasa? –Grito sin querer, y nadie contesta. Guido me sostiene, porque me conoce y sabe que estoy a punto de hacer una locura. Así que lo pensé dos veces antes de entrar a la sala sin un permiso.
Me siento junto a Guido, que me acaricia y me dice que me calme. Al fin sale una de las enfermeras y le tapo el paso para que me conteste que le pasó.
-Necesito hacerle una pregunta, ¿Tiene un problema cardiovascular?
-Si –Le contesto con firmeza, y esto me preocupa aún más, ¿Se le sumó otro problema? ¿Le pasó algo al corazón? Y sí, el corazón.
-El corazón se detuvo. –Por un momento el mundo se congela, y empiezo a jadear. –Pero con el electroshock pudimos controlarlo, ahora sus signos vitales están estables. –Al fin respiro, pero me pongo nerviosa y le grito:
-¿Y cómo no me lo decís rápido? ¿¡Queres que me agarre un ataque a mí también!? –Guido me agarra y me dice que pare, que estoy muy acelerada y nerviosa. Me suelto y entro a la habitación, lo abrazo y lloro. Noto que una de las enfermeras viene directo a sacarme, pero la otra la frena. Guido solo mira.
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Todo parece un sueño
Romans"Todo parece un sueño" se centra en una chica común y corriente, que quiere vivir su adolescencia al máximo, fiestas, diversión, amigos... amor; pero un día despierta sintiéndose muy extraña por un sueño que no recordaba. A pasar los días, seguía te...