Capítulo 5: Me quiero casar con vos

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Segunda semana:

Por fin nos dejan pasar a verla siempre que queramos. "No más de dos personas" nos repetía la enfermera.

Todos nos quedamos mirándonos.

-¿Y? –Dice Agos, tentada. –Pasa, Guido...

-Pasen ustedes primero si quieren... no hay problema. Yo voy a entrar a la noche –Les digo sereno, convenciéndolas. Pasaron Lupi y Luli, estuvieron unas dos o menos horas y luego pasó Agos con Savi. En ese tiempo que estuvieron ellas yo aproveché para ir a bañarme a mi casa.

Entro a mi pieza con la toalla rodeada a mi cintura y se me viene la imagen en mi cabeza de cuando entré y ella estaba poniéndose mi remera, ya que se había mojado por la lluvia. Suspiro y abro la puerta de mi ropero. Busco la camisa, el saco y el pantalón.

Cuando llego al hospital y me ve Camila, abre la boca grande sorprendida y me da una vuelta. Yo me río.

-Waw... ¡estas hermoso! ¡Hace cuánto no te veía así de bien como hoy!.

-Hoy me siento bien -Digo dedicándole otra sonrisa. –¿Las chicas siguen adentro?

-S... no –Dice viendo que Savi abre la puerta y salen ambas, también sorprendiéndose cuando me ven.

-Permiso... -Les digo alargando la "e", queriendo entrar rápido, antes de que me vean ruborizado.

Cierro la puerta y la veo. Es la primera vez que está vestida con su ropa y no con el atuendo del hospital. Está hermosa. Me acerco y me río al notarla maquillada y peinada. [Las chicas... ¡Camila y Luana!] Digo en mi mente, poniendo en blanco mis ojos.

Me siento en la silla y luego de un rato decido hablar, un poco triste.

-Ya hace dos semanas estás así... estoy todo el día pensándote Mar, imaginándome un presente con vos, soñándote despierto. No quiero verte más así, te quiero despierta, riendo con tus amigas, conmigo... -Me empiezan a arder los ojos. Así que cambio de tema. –Bueno... ¡estamos en Chaco!, la verdad es un alivio... no se... estar en nuestra ciudad, más tranquilos. Tu mamá no aparece... -Cambio otra vez de tema. Niego con la cabeza –Que mina tan basura, no le importa nada. No entiendo cómo puede perderse a una hija tan increíble. Tu papá y mi mamá vienen todos los días a darnos apoyos a todos. Están hablando re buena onda estos dos –Río. –Bueno... las chicas ya sabrás... te habrán contado ellas. ¡Seba!... él está re bien, está haciendo rehabilitación o no sé cómo se llame, lo ayudan a poder manejarse sin una pierna... debe ser muy difícil; últimamente me estoy llevando muy bien con él, de verdad, es una persona asombrosa. El pibe tiene una personalidad –Hago un gesto de impresionado y sonrió. –Lo que me contó... -Le digo acercándome a su oído –Está completamente, perdidamente, emocionadamente... enamorado de Camila. Así que están re bien los dos juntos. Me encanta la pareja. –Me callo por unos minutos y observo cada centímetro de su rostro. Lentamente. Con miles y millones de recuerdos que empiezan a brotar en mi mente, sintiendo cada efecto que me causaba ella con su luz, con la música de su risa, con sus ojos profundos, con su voz suave, con su espontaneidad. La beso. –Mar... hoy es un día muy especial. No sé porque, solo lo siento. Me vestí así solo para vos, para este momento. –Busco en el bolsillo del saco una cajita y la apoyo en la palma de mi mano. La abro y saco los dos anillos de oro, con pequeños detalles en plata. –Me quiero casar con vos... quiero que estemos siempre juntos. –Río. –Esto es algo poco serio, pero cuando despiertes, no te vas a imaginar mi propuesta de casamiento. Te amo. –Le digo, le beso la frente y le pongo el anillo en su dedo anular. –Espero que aceptes nomas... -Digo riendo mientras me coloco el mío. Toco su abdomen y saco rápido mi mano cuando siento un escalofrío. Se me puso la piel de gallina. Froto mis brazos y arrugo el entrecejo extrañado. [¿Qué fue eso? Que sensación tan extraña... pero tan linda a la vez].

Tocan la puerta y yo miro. La enfermera Dominga, la señora que me había dejado entrar a verla cuando no lo tenía permitido, entró y me dice:

-Es la hora de su cena... -Mirando a Mar, yo asiento y me alejo.


-Felicidades por tu casorio –Me dice después de dos días Camila, cuando salgo de la sala 121.

-¿Cuándo festejamos? –Se mete Savina.

-Cuando Mar despierte –Dice sin expresión alguna Luli, y se aleja. Trato de seguirla pero Agos me frena, y con Camila dicen al mismo tiempo:

-Dejala.

-Ya... ya se le va a pasar. Está desanimada hoy, no es un buen día para ella. –Sigue diciendo Agos.

-Nunca va a ser un buen día hasta que terminemos con esta pesadilla. –Digo yo también, desanimado. Ayer nos habíamos enterado de la muerte de Julieta, que estuvo en terapia intensiva también. Que cada día que pasa podríamos enterarnos de más muertes, en vez de estar más tranquilos esperando más recuperaciones, nos desalentaba muchísimo, y no nos dejaba salir, no nos dejaba estar felices por al menos un corto momento.

Todo parece un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora