PARTE 3: Capítulo 1 "Guido"

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"-Diría que es la mayor tragedia de los últimos años...

-¡Sí!, no es para menos, 18 muertos, más de 20 heridos gravemente y el resto, gracias a Dios, fuera de peligro. Creo que son unos 32 adolescentes aproximadamente con heridas leves...

-Reiteramos: Colectivo de viaje de egresados que volvía hacia Chaco, chocó contra un camión que cruzó de banquina y volcó, el accidente fue en La Pampa y fueron trasladados hacia el hospital central más cercano de Buenos Aires.

-Nos vamos a un corte y volvemos con más noticias para ustedes, gracias por escucharnos..."

Abrí los ojos lentamente, escuchando aquel noticiero del pequeño televisor dentro del salón. Un poco doloroso me acomodo en la cama y miro hacia mis costados; la sala con tantas máquinas inescrutables, herramientas médicas, focos que, con su luz pobre, iluminaban el pequeño lugar; miro mi brazo y me doy cuenta que tengo un yeso. Arrugo el entrecejo y con dolor trato de pararme. "No, no, no" escucho y mi corazón sube a la garganta y luego vuelve a bajar. El médico. Estaba casi oculto que no lo noté. Me dijo que tuve mucha suerte y que me quede haciendo reposo aquí, en esta sala blanca, sin ninguna ventana, y se retiró anotando algo en su planilla. Tarde un rato en recordar todo, en dejar de estar tan equívoco, y caí a la dolorosa realidad. Entonces me paré de repente, sentándome otra vez por un pequeño mareo. Me saque una aguja que tenía en mi otro brazo y sé que era anestesia, sin saber si traería alguna consecuencia y salí de la aterradora habitación de la clínica, despacio, hacia cualquier lado hasta encontrar una cara conocida.

Veo a Luli, Cami, padres, muchos padres, y a varios que iban con nosotros en el colectivo. Al ver sus caras, cansados de llorar, cansados de tanto sufrimiento, recuerdo el momento, y no puedo creer estar viviendo esto. Esta pesadilla.

-Luana –Digo tan despacio que no me escucha. Está sentada acurrucada con Camila, las dos tienen los ojos rojos e hinchados, apenas verlas así me ataca un nudo en la garganta que las palabras no me salen. Luli tiene vendada la cabeza, y a Cami la veo con muchas cortaduras por todo su cuerpo. Pero están bien... están bien.

Tengo tantas preguntas, pero no sé si quiero conocer las respuestas. No quiero saber nada. Pero siento ese dolor insoportable en el pecho... me empiezan a temblar las manos, las piernas y los labios.

-Guido –Al fin me ve Camila, se levanta de su lugar y me abraza rápido, con la poca fuerza que le queda, y rompe a llorar.

-No... no... -Le digo acariciándola, tratando de no quebrarme, no la puedo ver así. Y por un momento en ese pasillo solo quedamos ella y yo; mi amiga de toda la vida, mi hermanita de corazón, la persona que siempre me escuchó y me apoyó en todas mis decisiones y yo. –No llores... por favor... -Le pido, sin soltarla. Me necesita tanto como yo a ella. Ninguno de los dos habla por un tiempo. Tengo mucho miedo. Está rota, sin fuerzas, llorando como nunca antes la había visto. Y eso me angustia tanto a mí como a Luana, que viéndola llorar a ella, se tapa la cara, con sus manos temblorosas, y vuelve a lloriquear. Las lágrimas asoman mis ojos y miro hacia arriba, tratando de mostrarme fuerte.

Fuerte.

Fuerte como Mariana. Recuerdo que siempre, pero siempre, hasta en las situaciones más dolorosas se mostraba fuerte, buscando lo bueno en todo, haciendo reír hasta a las personas que la están pasando mal. La recuerdo el día que falleció mi padre, que, con su sonrisa tímida, me dijo mirándome fijo:

"Acordate de todos los momentos buenos que pasaste con él, donde te reías a carcajadas o te daba unos buenos consejos de la vida. Y vas a ver que en tu rostro se va a formar una sonrisa... No estés triste, él no quisiera verte así..."

Todo parece un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora