Capítulo 18: Intuición

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Salí temprano de mi casa. No almorcé.

El día esta hermoso para un día de campo con mi abuela... Como la extraño... Extraño su voz... Sus anécdotas... todo de ella.

Me siento en un banco del Parque 2 de febrero. Uno que está cerca de mi escuela. Media hora falta para entrar.

Me encuentro pensando mucho en este último año. En las cosas que me pasaron. Recuerdo la primera premonición. La extraña sensación de que el choque que vi en mi cabeza, se iba a cumplir. La sensación de "Esto ya lo viví". La sensación que algo malo va a ocurrir. Como ahora. Ahora mismo siento esa sensación, algo está pasando.

-¿Cómo estás? Perdón... perdón...

Fue intuición? Creo que sí. Nada más que eso.

-No tenes que pedir disculpas vos. No entiendo por qué lo haces.

Sigo creyendo que fue intuición y nada más que eso.

Cuando siento esa sensación en el pecho... ¿Viste cuando te falta el aire?, bueno, así. Así me sentía cuando agarré la mochila y corrí hasta el colegio.

Había una ronda enorme en el medio del patio. Sabía que algo andaba mal. Empiezo a empujar a todos los chicos que, gritando y aplaudiendo, se amontonaban para ver. Yo no entendía, pero algo me imaginaba.

Al fin logro llegar delante de toda esta manada de animales.

-¡Guido! –Grito con todas mis fuerzas, y corro hacia el medio, donde Guido pegaba brutamente a Sebastián, que estaba en el piso, tratando de defenderse como podía. Guido estaba demasiado golpeado, pero Sebastián sangraba y a mí me preocupaba. –¡¿Qué haces, idiota?! –Sigo gritando, cayendo de rodillas al suelo, sin importar lastimarme, quería mirarlo a Sebas, estaba malherido. –¡Estás enfermo!, ¡no ves que lo estas matando, imbécil!. –Grito, grito, y grito sin parar.

Fue allí que Guido me agarra del brazo parándome, diciendo que me aleje, que me vaya. Estaba irreconocible. Llega Camila corriendo, y lo ayuda a Seba a pararse y a irse del lugar. Guido no me suelta, y es ahí que entra Luli y lo empuja a Guido, haciéndolo caerse. Para entonces yo ya estaba llorando.

Me miró a los ojos. Yo también. Estaba furioso. Yo también.

No conozco este Guido violento. Ni tampoco quisiera conocerlo.

Nunca en mi vida sentí tanto odio. Tanta tristeza.

La premonición que tuve ayer se cumplió. Ahora no paro de maquinarme que, si hubiera interpretado aquellas visiones, todo esto no hubiera pasado. ¿O sí?... No sé... ni tampoco lo sabré.

Todo fue tan rápido, tan confuso, tan horrible. Yo me sentía horrible. No sabía qué pensar, no sabía qué pasó. Mi pecho dolía y mi garganta quería gritar a todo lo que daba para poder desarmar el gran nudo que sentía-

Me fui corriendo hacia donde estaban Cami y Seba, él se tapaba la cara, cabizbajo. Me arrodillé lentamente, Camila negaba, yo sabía que significaba: "No quiere levantar la cabeza".

-A ver Sebastián, vamos. Vamos a la enfermería, o llamo a la ambulancia. Elegí. –No contestaba, ni miraba hacia arriba. –Dale boludo, tenes mucha sangre. No te hagas el fuerte ahora. Dale. –De un momento a otro me está abrazando. Tan rápido que no tuve tiempo de reaccionar para mirar su rostro. También lo abrazo. Luego miro a Camila. Asintió, e hizo una seña con la mano, diciendo que se va a llamar a la ambulancia.

La veo alejándose y siento que esto le molesta, y mucho. Y me sentí aún más mal. No me consideraba su amiga así, una amiga no traiciona, no hace mal.

Todo parece un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora