Capítulo 30: No es mi novio

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-En 5 minutos arrancamos. Por favor, todos siéntense. –Anuncia el coordinador. Y al ratito vuelve a hablar –¿Están preparados para este gran viaje? –"Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiii" gritan algunos. Otros gritan "Vamos carajooo" y un grupo de chicos, empezaron a aplaudir y a gritar: "Si nos organizamos, cojemos todos" –Bueno, lo único que pido es que se cuiden si lo hacen, eh. –Dice él, yo pongo los ojos en blanco. –Este viaje va a ser muy importante en sus vidas, es una experiencia extraordinaria. Así que tampoco me gustaría que viajasen con la idea metida en la cabeza de tener sexo todas las noches, porque no es así. Este es el momento donde hablo serio, pero cuando nos encontramos bajando las escaleras, pisando el suelo de Bariloche, soy otra persona. Soy diversión y nada más. –El colectivo empezó a moverse.

El coordinador hablaba y hablaba, sin parar, de todas y cada una de las precauciones que tenemos que tomar. Sr. Papá ya lo llamaban. Aunque estoy segura de que cuando termine de darnos todos los consejos posibles, él va a llenarnos de risas y más. Lo digo porque lo mismo pasó con el viaje a Carlos Paz.

-Pueden hacer lo que quieran. Ahora, ¡quiero escucharlos fuerte! "Oooooooh, oooooh, oooh, Bariló, Bariló, Bariloche. Oooooooh, oooooh, oooh, Bariló, Bariló, Bariloche" -Cantaba mientras bajaba las escaleras y disminuía su voz, a la vez todos empezaron a agitar sus manos cantando la canción, o más bien gritándola.

Un grupo se sacaban selfies, otros tomaban fernet, y seguían cantando, cambiando de canciones e inventando algunas. Me pasaron la jarra de fernet y negué, porque justo Guido sacó de su bolso un Gancia, que sabe lo tanto que me gusta. Tomamos y comimos unos sándwiches que nos trajeron unas señoritas jóvenes de cabello rubio y con unos pantalones negros, camisas blancas, y chaquetas grises, mientras los babosos de los chicos de Fran, Terri, Lean y un chico de 7ma que no conozco su nombre, silbaban y le gritaban.

En cuestión de unas horas ya todos nos encontramos con la voz ronca. Me siento cansada de tanto gritar y cantar, hasta podría decir cansada de reírme, ya me duele la panza y casi no puedo respirar de tantas jodas que hacen.

Me recuesto sobre mi asiento, miro la ventana, y veo el reflejo de Bella sacando de su mochila una mantita, y tapándonos a las dos. El aire nos tiene congelados a todos. De a poco voy escuchando menos ruidos, y me duermo.


-Sí, vamos a quedarnos en este hotel la noche. Bajen con sus mochilas o con las cosas importantes, los bolsos quedarán acá. –Escucho apenas, a lo lejos. Siento que me besan el cabello.

-Despertate... -[Oh no... donde estoy, estoy bastante cómoda, no quiero despertarme.] –Mar... -Dice una voz suave. Siento otro beso, ahora en la sien. Sus labios. Sonrío dormida. [No por favor, no quiero]. Siento su perfume. Cómo me encanta. Hundo mi nariz en su cuello, aún más de lo que ya estaba. Lo beso en el cuello. [¿Cómo llegó a mi lado? ¿Me dormí en su cuello?]

-Estaría así toda una vida –Le susurro, todavía sin abrir los ojos.

-Me encantaría que así fuera. –Suspira, y siento su cachete en mi frente. Está sonriendo. [Esto no me lo pierdo]. Abro los ojos. Que hermoso es. Me levanta el mentón y me besa en los labios, corto, pero preciosamente perfecto. –Agarra tu mochila –Me dice casi como una orden, y yo lo hago. En cuestión de un segundo, y de un solo movimiento, se para y me tiene en sus brazos, agarrada a su cuello. Me río fuerte, y lo miro. Hoy sus ojos están más verdes que grises, y me miran intensamente.

-¿Te puedo besar el ojo? –Él ríe.

-Con mucho gusto –Dice cerrando sus ojos, y yo beso suavemente el izquierdo, y lo mismo con el derecho.

-¿La nariz? –Asiente, y lo beso en la punta de su nariz.

-¿El cachete? –Digo, y sin esperar su afirmación lo beso.

-¿El mentón? –Asiente otra vez, y yo lo beso dos veces, una bien abajo, y otro más arriba, sintiendo barba de unos poco días.

-La boca. –Decimos los dos al mismo tiempo, y ambos avanzamos, dándonos un apasionado beso, todavía yo a upa de él.

-Tenemos que bajar –Dice entre mis labios, ninguno quiere parar.

-No quiero.

-Yo tampoco, pero tenemos. –Dice, e intenta separarse, pero antes de dejarlo, le muerdo el labio inferior. Él gimotea.

-Llevo años queriéndote hacer eso –Río, y me bajo de sus brazos, colgándome bien la mochila en mis hombros, y corriendo hasta el final del colectivo, bajando las escaleras y yéndome. Él me sigue detrás, y me corre hasta alcanzarme, abrazándome por la cintura y besándome el cuello.

Llegamos al hotel y nos reúnen en la recepción, dónde, mientras uno de los coordinadores le muestra unos papeles a la señorita que atiende, el otro nos indica varias cosas: Las habitaciones son para tres, chicas de un lado, chicos de otro. No se permite alcohol. El que rompe, paga. Nos levantan a las 06:00 para desayunar, 07:15 tenemos que estar preparados en el colectivo. Toda comida viene incluida con el pago del viaje, así que no deberíamos gastar un peso aquí.

Mientras nos hablaban más y más, nos daban las llaves de la habitación y una mini hamburguesita, con un vaso con Coca-Cola.

No tengo ni idea que hora es. No tengo ni idea cuántas horas va a durar el viaje. No tengo ni idea a qué hora llegaríamos a Bariloche.

Ni me importa.

Casi todos tenemos la misma ropa que ayer, ya que no nos dejaron tocar las valijas. Antes de agarrar mi cepillo de dientes veo la hora en mi celular; son las 05:40. [¿No era que nos iban a levantar a las 06:00?]. Me lavo los dientes, me mojo el rostro, y me seco. Me miro al espejo, y me empiezo a hacer una trenza cocida.

En cada mesa había leche y café. Algunos tomaban alguno de los dos solos, pero yo decidí hacerme café con leche, al igual que unas cuantas compañeras de la mesa. Había galletas caceras, facturas y medialunas.

-Te está mirando tu novio –Me dice Luli, y me señala con la cabeza. Yo sonrío. Me doy vuelta para mirarlo en la otra mesa con sus amigos, y me muerdo el labio. Está con otra remera, seguro llevaba en su mochila, y está muy despeinado. [Mierda, es tan lindo. Quiero besarlo por todos lados] Me guiña un ojo. Seguro estoy colorada. Me río y doy vuelta.

-No es mi novio –Le contesto en un susurro. Ella pone los ojos en blanco y sigue con su café. -Los ojos. -Le gruño.


Cuando terminamos nos pusimos a cantar con las chicas, y varias nos siguieron. Hasta que uno empezó a cantar: "Bariló, Bariló, nos vamo' a Bariló" y todos lo seguimos.

Un rato después llega el coordinador Marcos y nos dice que, si ya todos estamos listos, podemos ir subiendo al colectivo. Veo mi celular, son las 06:57 y tengo un mensaje. Lo miro.

De: Sr. Torrents

¿Por qué tenes que ser tan hermosa cuando recién te levantas?

Sonrío como una boba, y lo busco con la mirada. Está hablando con Fran. Me acerco, y sin una palabra, lo beso, rozando mi lengua con la suya. Me separo y sonrío.

-Hola –Le digo a Fran, que miraba incómodo. Contengo una risa mordiéndome el labio.

-Usted estás muy sexy hoy, Sr. Torrents, que no pude contenerme. –Y lo abrazo, susurrándole al oído: -Tu cabello así de despeinado me vuelve loca.

Le doy un besito en la comisura de sus labios y me alejo con mi grupo de amigas hacia el colectivo.

Todo parece un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora