Día 4

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05:55 abrí mis ojos húmedos y lloré en silencio hasta quedarme dormida.

"Paf, paf, paf"

[Ay, no... por favor...]

"Paf, paf, paf"

[Un rato más...] Me acuerdo que pensaba mientras golpeaban las puertas de los cuartos, y se escuchaban las puteadas a los coordinadores. Quería seguir durmiendo, pero a la vez levantarme y salir a una nueva excursión y disfrutar...

Otra vez golpearon, y escuché abrir la puerta a una de las chicas, gritando -¡Ya bajamos!- seguido de un portazo.

-Yo voy primero al baño. –Dije todavía dormida, con mi cara hundida en la almohada. Nadie contestó y decidí levantarme e ir al baño, haciendo el más ruido posible así se levantaban.

Cuando salí, Camila estaba sentada en la cama esperando a que salga, Savi en la misma posición que Cami pero con los ojos cerrados, me río y miro hacia la cama de Bella que no estaba, igual que Luli.

-Yo ya bajo, las veo ahí –Les dije. Cuando salí, vi que no estaba el guardia fortachón, entonces subí unos escalones hacia arriba para observar si estaba el otro guardia. No estaba. Sonrío y subo dos pisos por las escaleras, todavía con esa fobia que tenía de pequeña a los ascensores, buscando la habitación 302. Toco la puerta.

-¡Pará pelotudo! ¡Te dije que me estoy terminando de bañar! –Escuché la lejana voz de Guido.

-¡A mí no me hablas así, pendejo! –Le grité, riéndome, y abrí la puerta sin permiso.

En cuestión de un segundo sale totalmente alborotado del baño, con pantalón y sin remera. Me abrazó fuerte, alzándome, y me besó.

-Hola hermoso –Le dije entre besos, tocando sus abdominales. Él me dijo lo mismo.

-¿Qué haces acá? ¿Los guardias no te vieron? -Me preguntó todavía entre los besos. No podía parar. Se veía tan hermoso. Todavía me tenía sobre su cintura, y sus manos subían de mis muslos a mi trasero. Me pegué mucho más a él y caminó hacia la cama. Yo sonrío separándome solo un poco.

-Descubrí que a esta hora ellos también desayunan. –Él se sorprende, y sigue besándome. Hasta que de pronto ya no siento sus manos sosteniéndome y caigo de espaldas a la cama, él seguía parado, mirándome. 

Se agacha con una sonrisa traviesa y coloca una rodilla entre medio de mis piernas y la otra al lado de mi pierna izquierda, yo lo seguía mirando apoyándome con los codos en la cama y deseándolo en ese mismo instante. Llegó a mi boca y me besó apasionadamente, y realmente todo a mi alrededor ardía, ¿O era yo?. 

Y en ese momento, en el que sus manos tocaron mi piel por debajo de la remera, en el que nuestras respiraciones empezaban a agitarse, un ruido se escuchó en el pasillo y ambos giramos nuestras miradas hacia la puerta. La voz de un coordinador se escuchó y yo empujo a Guido haciéndolo caer hacia la derecha de la cama, donde daba la puerta, y yo me tumbo hacia la izquierda, logrando que la cama y un poco de sábana me tapara el cuerpo y, el coordinador que justo en ese momento abrió la puerta, no lograra verme.

-¡Ey, amigo!, vayamos a desayunar, apúrate. -Dice tranquilo.

-¡Si, si!, solo... estaba buscando una remera... -Ríe nervioso y veo cómo se levanta del piso por debajo de la cama. Escucho la puerta cerrarse y me paro.

-Vamos –Me dice.

-¿A dónde?

-A desayunar... –Dijo extrañado, más como pregunta que como afirmación.

Todo parece un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora