Capitulo 7

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"La escogí a usted porque me di cuenta de que valía la pena, valía los riesgos... valía la vida"

¿Has pasado una semana entera, yéndote a dormir con un recuerdo feliz?

¿Has pasado toda una semana, recordando una y otra vez un momento, solo porque es maravilloso como te hace sentir el recuerdo?

A veces creo, que soy más emociones que persona. Ser persona, andar, hablar, comer, mirar. Creo que soy una masa que respira y siente el aire, frio o caliente, entrando por su nariz, creo que cuando miro, no soy la sorpresa de lo que veo, soy la felicidad o el miedo, soy la calidez o el frio de un momento. Si alguien me dice que ser persona es lo mismo que ser una masa de emociones, no sé si yo tengo definiciones diferentes, si estoy equivocada o tal vez el resto del mundo lo está. En mi propia concepción y filosofía, somos más emociones que personas.

Esa semana, luego de aquella noche de sábado, Camila pasó siendo emociones, emociones de un recuerdo que hacía a su pecho doler, doler de la mejor forma, con un sentimiento intenso, al que no le ponía nombre, al que no analizaba, al que no le prestaba más atención que buscarle porque simplemente la hacía sentir bien. Vivir en ese recuerdo, cada vez que era mejor a prestarle atención a la realidad, estaba dándole una gran semana, sin si quiera tener nada nuevo en realidad.

No es entonces, maravilloso, lo que una persona, un momento, unas palabras ¿pueden hacerte? ¿Está mal sentir de esa manera?

Ahora que lo pienso, creo que no está mal, creo que no está mal sentir o vivir este tipo de momentos, porque son esos, en ese momento de dicha plena, lo que hace sublime nuestra vida. Nunca vamos a estar siempre en la cima de nuestras mejores emociones, son los momentos épicos los que nos llevan ahí y no importa cómo, con quien, cuando, estos sean, solo importa que sean y que, cuando los recordemos, olvidemos el contexto y pensemos en la agradable sensación de aquel día, aquella tarde o aquella noche.

Camila recordaba las risas, las estrellas en el cielo y el calor del momento. También recordaba la calidez desbordante en su pecho y los latidos de su corazón, sus emociones lo recordaban de manera más vivida que su mente, y perderse en ese sentimiento, cada día, era maravilloso. No sabía si se iba a repetir, ella no estaba siendo exactamente una amiga con Lauren, esa semana no se habían vuelto a hablar, pero habían compartido un momento y ella lo estaba atesorando, si ese sería el único, entonces sería celosa de ello para siempre.

No había hablado con nadie sobre eso, su mamá no supo que ella salió aquella noche. Tampoco Chris, eran las únicas personas que podrían haberlo sabido, pero como ya hemos dicho, Camila sería celosa de aquel momento por el resto de su vida.

Una semana había pasado, era de nuevo sábado, Chris en otra fiesta y ella pasando el día simplemente, sin pensar en nada más que la repetición de la historia que vivía cada fin de semana dentro de las paredes de su casa. No había pensado en volver a salir, no había pensado en volver a ese parque, no tenía un plan, más que el de esperar a que todo estuviese en paz aquella noche y así, ella podría ver alguna película en su computador, leer algo o simplemente dormir. Cualquier plan tranquilo era bueno.

Pero sus suplicas silenciosas se fueron a la nada cuando escuchó la puerta principal siendo azotada seguido por los gritos de reclamo de su mamá.

Sinuhe era una mujer imponente, exigente, le gustaba que las cosas se rigieran por su voz. Pero en su hogar, al menos con su esposo, las cosas se le habían ido de las manos. Los reclamos iban y venían.

"Se supone que los sábados trabajas solo mediodía, ¿Por qué llegas hasta ahora?"

"¡Apestas a alcohol!"

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