Capitulo 2

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"Quédate conmigo, se que no sera fácil el camino, pero quiero ser tu destino. Anda, quédate conmigo, juntas seremos todo, invencibles, increíbles, infinitos..."

CPOV

Las cosas en casa no iban bien, creo que es bueno en este momento usar la metáfora de la taza que se ha roto, por más que logres pegar las piezas, siempre va a ser una taza quebrada.

Mi familia se había roto aquella noche tras aquella descarga de ira de mi padre, y eso nada lo iba a cambiar.

No hubo más noches como aquellas, creo que papá evitaba a toda costa volver a caer en una situación como aquella, o al menos eso es lo que he llegado a concluir, pero las cosas simplemente son... intolerables. Cuando estamos todos en casa, el aire se siente como el de una ciudad a la expectativa de ser atacada, como si el sonido de un conteo atrás para el estallido de una bomba estuviese aturdiendo nuestros oídos, porque sabíamos que en cualquier momento podría ocurrir. Un mal movimiento, una palabra, un reclamo, y todo estallaría de vuelta.

Me dolía ver como mis padres se hablaban solo para lo necesario, pero no tomaban la decisión final de dejarlo. Me dolía ver como mamá lloraba en silencio en los rincones de casa, pero era incapaz de hablarlo, si quiera conmigo, que era parte de aquello. Me dolía, que entre todo lo que estaba pasando, ella ponía más presión sobre mí, me controlaba más, me asfixiaba más, si salía estaba llamándome constantemente al teléfono, me hacía acompañarla los fines de semana a la compra, a la iglesia, a pagar los servicios. Pocas veces dejaba entrar a Chris a casa, a pesar de que yo pensé eso era cosa del pasado y pocas veces me dejaba ir con él para estudiar, así que mucho menos si no era para ello.

Estaba en un punto en que el instituto era mi escape, estaba en un punto en que aprovechaba cada minuto de ese tiempo que estaba fuera de casa, para reír junto a Chris y pasar tiempo con Lauren.

Lauren, ¿Cómo no hablar de ella?

Ella era toda esa parte de mi vida, que era vida y no existencia. Junto con Chris, representan todas las partes buenas de mi vida en este momento.

Escaparme de casa los sábados para caminar por ahí a su lado, para reír, para ir al parque y recostarnos sobre la grama para mirar al cielo, o simplemente conversar, o simplemente estar a su lado.

Es un bálsamo.

Y me he tomado este, su último año en el instituto... estos últimos meses, para disfrutar de todas esas pequeñas cosas que puedo conseguir a su lado. Nunca se respira tan bien como cuando estoy a su lado.

Sabiendo que era su último año y ya quedaban solo un par de meses, nuestra lejanía pensando en el que dirán se convirtió en almuerzos que compartíamos junto a su hermano entre bromas, tardes de entrenamiento de Chris que me quedaba a su lado, visitas en los pasillos para hablar de cualquier cosa.

Nada más.

No habíamos hecho nada más. Una gran inocencia rodeaba el sentimiento de tenerla a mi lado. Cuando estaba frente a mí y me perdía en aquella marea verde, espesa, de sus ojos, sentía el calor crecer y cristalizar mis ojos, me he quedado prendada de sus labios gruesos y entreabiertos pero ni ella ha empujado ni yo me he atrevido a besarla.

Desde aquella vez que le dije que la quería, sigue nuestro acuerdo tácito de vivir sin hablar de ello. De disfrutar esto que compartimos pero sin definirlo por completo, de cualquier manera, ambas sabemos que se nos agota el tiempo. Y lo último que puedo hacer, antes de que sea su turno de irse, es saltar con ella o dejarla ir. Pero tan claro como tengo eso, también sé que dejarla ir es no volver a sentir ni tener nada como lo que ocurre a su lado.

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