Capitulo 5

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"Y cuando un par de ojos te atrapan, por mas que te esfuerces por salir de su encanto, no podrás hacerlo"

CPOV

A veces hay de todo y a veces hay nada. Un día sientes un vacío muy grande y al siguiente día no piensas nunca más en ese vacío. Personas vienen y van, recuerdos vienen y van pero hay unos que se quedan contigo para toda la vida.

Un día, un día es lo que hace falta para que todas las cosas pasen.

Hay días importantes y hay días que están destinados a serlo todo.

Hay personas importantes y hay personas que están destinadas a serlo todo.

Aquel día era esas dos cosas, un día que estaba destinado a serlo todo y con la persona que estaba destinada a serlo todo, aunque a veces lo pensaba, nunca fue algo que me admitiera con facilidad.

Logré salir de casa sin que mi madre lo supiera, la suerte del protagonista dirían algunos, logre llegar al instituto en medio de nerviosismo, temblores de mis manos y el corazón tan acelerado como si fuese a presentar el test de mi vida. No era nada de eso, pero tenía la impresión de que aquel día era muy importante.

Me ubique junto a los Jáuregui como si fuese una más de ellos. Chris, mi mejor amigo, el hermano de la chica de los más hermosos ojos en el mundo, me abrazo, halago y sonrió a mi vestido, Clara y Mike me abrazaron, dándome una calurosa bienvenida y asegurando mi asiento a su lado.

Nos concentramos en aquella ceremonia que dio inicio con las palabras del director del instituto, un discurso que inicio con una tonalidad seria, esa de los adultos, y luego acabo con algunas bromas que sacaron risas en todos.

Fue en cuanto dijo: pónganse de pie para dar la bienvenida a nuestros graduandos, que mi corazón se paró por un segundo para luego iniciar su rutina de trapecista, cuando todos empezaron a pasar y en el borrón de mis ojos eran algunas caras conocidas, pero la verdad es que solo estaba esperando verla a ella.

Ella, en cuanto la vi y me vio, fue como si todo alrededor se paralizara, mis manos que aplaudían, mis oídos que escuchaban la algarabía del rededor, todo ¡todo! Era ella y su sonrisa, ella y el brillo de sus ojos y esa forma de mirarme, al principio con una intensa serenidad que logreaba sacarme el corazón del pecho para luego romper en una enorme y hermosa sonrisa que me devolvió el corazón al sitio, pero volviéndose loco en sus confines.

Ella era hermosa, y desde el momento que paso por el pasillo no pude quitar mis ojos de ella.

Puedo asegurar que hasta ese día no había visto su expresión tan feliz, no la había visto sonreír tan amplio y sus ojos brillar de esa manera, como si lo tuviese todo. Tal vez ella realmente tenía todo en aquel momento. Cuando fue llamada arriba para estrechar la mano del director y recibir una medalla y su título, juro por Dios que sentí un orgullo que ni siquiera creía fuese mío, sentirme así de orgullosa de ella, pero estaba ahí compartiendo su día importante, siendo por sus palabras una persona importante para ella. La verdad, estaba compartiendo el día con la persona más importante de mi vida, pues aunque nunca se lo había dicho, ella lo era.

Vi como todo termino, fue una linda ceremonia, pero cuando nos reunimos, aquel fue un momento de un día destinado a ser de los más importantes.

Cuando ella llego donde estábamos, me sentí un poco ajena cuando abrazo a su madre, luego abrazo a su padre, abrazo a su hermano y se dieron un abrazo grupal. Aunque ajena no es la palabra correcta, la forma correcta de decir aquello, es que me sentía observando un cuadro perfecto, y aunque estaba fuera del retrato, podía palpar su felicidad en aquel momento como si fuese la mía.

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