Capitulo 13

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"...Pero a mi lo que me preocupa es el otro maltrato, el que no deja marcas en la piel..."

A veces no es necesario que queramos acelerar eventos, o que simplemente estemos esperando el momento propicio para decir o hacer algo, algo que nos ayude a conseguir eso que tanto queremos pero que tenemos tanto miedo de alcanzar. A veces, la vida, las circunstancias, los hechos, las acciones, empujan por si solas, de manera dolorosa, cruda, banal. A veces, te empujan a los brazos de un nuevo mundo, sin intención.

¿A quién corres cuando estás lastimada, no solo física sino emocionalmente?

Sábado... ¡Oh sábado!

¿Quién espera algo malo de un sábado?

Es decir, yo espero un lunes pésimo, un miércoles discordante. Pero ¿un sábado? No. Los sábados son el día de descanso por excelencia, son la puerta de la tranquilidad y la diversión, brillante y lleno de vida. Sábado.

Pero eso es mentira, cualquier cosa puede ocurrir cualquier día. Y los sábados de Camila suelen guardar sorpresas.

—Buenos días a mí—dijo alzando la cabeza a la ventana cuando abrió los ojos y su mente se abrió lo suficiente para ubicarla en tiempo y lugar.

Su rutina fue la de siempre, su mañana la de siempre, su vida era la de siempre.

Todo el día fue más de lo mismo. Fue ella, distrayéndose en un mundo de música, imágenes, frases, arte.

Desayunó con su mamá, almorzó con su mamá. Eran las únicas actividades que compartían, porque el resto del día cada quien prefería perderse en su propio mundo.

Hasta entonces todo marchaba como una perfecta y aburrida rutina. Sin mensajes a Chris porque estaba ocupado con algo del equipo y... sin nadie más, porque le había quedado muy claro la última vez, que Lauren no era si quiera su... conocida-extraña amiga de los sábados.

Las cosas empezaron a cambiar desde el duro y común azote de la puerta principal, anunciando la llegada de su papá. Las cosas simplemente empezaron a cambiar.

De repente la común pelea se convirtió en feos gritos. De repente lo que ella trataba de obstaculizar con el sonido de la música se convirtió en insultos. De repente su mundo, lo que sabía que no iba a pasar, lo que nunca creyó posible fue cambiado, abruptamente por un sonido. Uno que acelero su corazón y lo envió a una carrera de ansiedad imposible de controlar. Un golpe, un sollozo, un estruendo. Sus piernas se movieron antes de que pudiese saber que estaba haciendo, antes de entender lo que estaba pasando.

Sus piernas fueron rápidas, pero sus ojos escanearon lento.

Su corazón fue rápido, pero su cerebro no entendía, o no quería hacerlo.

Mamá en el piso, papá de pie, altivo, imponente.

Mamá llorando, la mano cubriendo su mejilla, sangre emanando de alguna parte entre su mano y su rostro. Conmoción, ira.

¿Por qué?

No, no había espacio para eso. Había espacio para ella ponerse en medio, intentando ayudar a su madre. Había espacio para que su papá terminara de descargar una ira reprimida, a través de años, acumulándose cada día para querer explotar. Si había espacio para algo, para más violencia, para ser golpeada por quien debería ser su héroe.

Su héroe... que irónico.

Su héroe... que desastre.

No hay un como exacto, un cuando, un donde, un que dejas atrás.

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