Capitulo 4

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"Y cuando estoy contigo, lo primero que se me antoja es un poco de eternidad"

CPOV

Nunca fui una persona arriesgada o impulsiva, siempre me caracterice o eso creo yo, por tener una conducta más bien tranquila y recatada, prefería evitarme los problemas y probablemente ni siquiera tenía razones de porque arriesgarme o no en una situación. Yo simplemente no me ponía en situaciones que me llevaran a tener impulsos. Mi primer riesgo fue salir de casa sin que nadie lo notase, aquella primera vez en sábado por la noche, demasiado agobiada con los problemas de casa. Después, como algo recurrente, pero ya no por razones de agobio, ya entonces tenía un verdadero propósito.

Y ese propósito se convertiría en todas las razones de mis impulsos. Y me ganaría castigos por ello, pero si alguien me lo pregunta ahora, diría que valió la pena cada grito, cada mentira e incluso lo que iba más allá que solo discusiones, si al final del día yo tenía todos estos recuerdos y más, que atesorar.

Valía el riesgo.

Valía el impulso.

Por ella.

Y decir por ella no es malo ni soy victima ni ella culpable. Decir por ella es decir lo más maravilloso que pueda ser dicho porque por ella, por ella el mundo deberá sonreír y deberá ser mejor. Por personas como ella, vale la pena cualquier riesgo y cualquier decisión. Por ella el amor es amor y no importa género, raza u opinión. Por ella no valen etiquetas ni prejuicios.

Por ella valdría la pena todo, hasta mis guerras internas.

Y yo lo aprendería de a poco, como se aprenden las cosas importantes, como se aprende a leer y a escribir, yo aprendería paso a paso, golpe a golpe, letra a letra, peca a peca, que por ella mis miedos se reducían a nada.

Era una tarde cualquiera de un día cualquiera, muy cerca de la graduación y su inminente despedida. Sin embargo aquella tarde no era suya y mía, era mía y de su hermano. ¡Estábamos estudiando! Como tantas tardes en casa de sus padres ya que ella estaba haciendo lo propio con un proyecto suyo de final de curso. Después de Chris haber preparado los respectivos bocadillos de media tarde estábamos enfocados en la química. ¡Mezclas! ¡Nomenclaturas! ¡Sumando y restando gramos y moléculas! Éramos unos geniecillos químicos en aquellos momentos en que parecíamos saberlo todo.

Estábamos riendo cuando llegaron sus padres, un poco temprano a decir verdad. Nos saludaron y se quedaron charlando un poco con nosotros, cosas por aquí y cosas por allá. Ya no me avergonzaba ¡por supuesto! Después de tantos meses de estar por aquí, ¡qué digo meses! ¡Años! Ya les llamaba por su nombre, ya no me ponía nerviosa, ya no me sonrojaba. Eso, claro, si solo estábamos con Chris. Cuando estaba Lauren las cosas eran diferentes.

Si estaba Chris éramos nosotros y los padres de mi amigo.

Si estaba Lauren éramos nosotras y los padres de mí... de Lauren. Entonces me ponía nerviosa.

Claro que aquella tarde yo no contaba con que ella apareciera por la puerta, con una bonita sonrisa y esos chispeantes ojos suyos mirando en todas direcciones, saludando a todo el mundo hasta posar sus ojos sobre mi y venir a abrazarme, no había nada raro en eso, ¡por supuesto que no! ¡Yo era la mejor amiga de su hermano! Ella podía abrazarme y acariciarme el cabello y besar mi mejilla frente a sus padres y a su hermano. Y yo no sabía dónde mirar, donde ocultar mi rostro, que hacer ¡no sabía nada!

Y Chris se reía y negaba porque era un sabelotodo que bromeaba al respecto y ella reía porque estaba feliz y Clara nos miraba y sonreía y Mike... ugh, Mike sonreía pero enternecido y aquel tipo de miradas no las entendía pero me gustaría que mi familia pudiese compartir de la misma manera. ¡¿Cuando había pasado esto?!

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