Capitulo 5

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Es tan fácil sentir sus ojos sobre mí, es casi una sensación física más que algo espiritual o netamente emocional. Ni siquiera puedo justificar o expresar para describir esa conexión de mi cuerpo con sus ojos, para poder sentirla de esa manera. Solo sé que está ahí y me encanta. Me encanta que una mañana empiece de esta manera. Me doy la vuelta sobre mi propio eje y la contemplo recostada al marco de la puerta, su expresión es aun soñolienta, sus ojos algo apagados aún, sus labios gruesos están en una línea suave y sus respiraciones son acompasadas mientras yace ahí, solo mirando.

—Buenos días princesa—digo, sin pensar en las palabras que utilizo, pero es que es lo que ella es para mí y sale tan natural como el rubor que sube y se acentúa en sus mejillas. Me acerco hasta que estoy a su lado y ofreciéndole una mano ella viene conmigo, me inclino un poco para alcanzar su mejilla y beso ahí donde se alcanza a apreciar el color de su rubor.

Se engancha de mi camisa suelta y la sensación de tenerla aquí por la mañana, entre mis brazos, tan cálida, me gusta demasiado.

— ¿Cómo dormiste?—pregunto alejando un poco mi cabeza para ver su expresión y acariciar su rostro.

—Muy bien—dice algo cohibida. Rio suavemente mientras dejo mis manos deslizarse hasta que engancho sus piernas y la levanto. Un grito suave sale de sus labios pero solo me muevo un poco para dejarla sobre el mesón. Ella me mira... y ya sus ojos no están tan opacos, hay una dulzura brillando en ellos, me gusta. — ¿Y tú?—pregunta, sus pequeñas manos arrastrándose ahora en mis mejillas, tengo que sonreírle.

—Hace un tiempo no dormía tan bien—le digo. Todo sobre tenerla a ella aquí me tiene en éxtasis, siento mi cuerpo con demasiada hiperactividad, como si tenerla aquí me hiciera sentir dueña del mundo, como si tenerla aquí es todo lo que necesito y tal vez lo sea, ¡maldición! lo es. Y mi sonrisa lo demuestra.

—Me gusta mucho cuando sonríes así—dice tocando la comisura de mis labios.

— ¿Así como?—expreso mi curiosidad.

—Sin objeciones, tan amplia y sin limitaciones. Es una sonrisa de labios y ojos, porque tus ojos también están risueños—mientras habla, arrastra sus dedos por mis labios y luego va al contorno de mis ojos. No puedo detenerme a mí misma de inclinarme y rozar mis labios con los suyos. Es la sensación más maravillosa... el dulce sabor de los buenos días en sus labios.

—Buenos días, princesa—digo al separarme y verla ahí, esos ojazos marrones mirándome y de nuevo el rubor en sus mejillas. La llamaré así toda la vida si voy a obtener siempre esa expresión. La llamaré así toda la vida porque es la forma en que se siente.

—Pareces feliz—dice, coloco mis manos sobre sus piernas.

—Soy feliz—digo.

— ¿Eres feliz?—pregunta.

Contemplo su rostro por unos minutos, sus ojos están llenos de curiosidad y una cautela provocada por el miedo. Rápidamente envuelvo mis brazos alrededor de su estrecha cintura dejando mi cuerpo completamente entre sus piernas.

—Tenerte aquí, Camz. Despertar y verte. Estar aquí y verte, tenerte así, poder recibir unos buenos días de tus labios. Verte, olerte, respirarte, saber que vas a seguir aquí. Siento que en cualquier momento voy a reventar en globos de colores—rio de mi propia broma pero sé que es así más o menos como me siento. Asiente pero su expresión cautelosa no cambia. — ¿Que va mal?—pregunto moviendo mis pulgares en círculos sobre sus piernas.

— ¿Que si todo esto es solo apresurado?, yo no debería estar aquí... invadiendo tu espacio. Es apresurado que esté viviendo contigo, tal vez es demasiada presión para ti, no es eso lo que querías tan pronto y... ahora me tienes aquí y no puedes deshacerte de mí tan fácil, porque eres una buena persona—mientras ella habla mi ceño se va acentuando, me alejo un poco de ella al sentir la forma errada en que mi corazón late y duele con cada palabra suya. Pero tengo que entender su suave dolor y hacerle saber que nada es como ella piensa. Tomando una respiración profunda sujeto cada lateral de su rostro.

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