Parte 2: Capitulo 1

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"Me aterra... Me debilita... Me mata al saber. Que lo bonito no son tus ojos, es como me miras"

CPOV

Llevábamos semanas haciendo lo mismo, aunque lo mismo no era una rutina. Siempre había algo diferente, una sonrisa, un toque, el clima, ella, yo, cualquier cosa siempre era diferente. Aunque siempre era lo mismo. Y eso es algo que probablemente nadie entienda, porque solo lo entiendes cuando lo vives.

Hace rato que habíamos dejado las barras atrás, habíamos encontrado este espacio, que no era nuestro pero era nuestro, que era del parque y era libre pero que, cada sábado, simplemente era nuestro.

Fue ella la primera en recostarse y yo le deje, porque simplemente quería contemplar el espectáculo que ella era sobre la grama, con el cabello disperso hacía atrás, una simple melena esparcida, pero era hermosa. Vi algo de su suéter alzarse, dejando ver piel de su abdomen y no me quede en el detalle, me quede con el cuadro. Con la respiración alzando su pecho y sus piernas flexionándose, con sus ojos mirando las estrellas, con sus parpados moviéndose rápido.

—Ven aquí—llamó y volteó a mirarme. Me quedé de pie, sonrojada y sin querer moverme. Quería contemplarla, solo mirarla un poco más.

Sin embargo me acerqué, porque su llamado era tentador. Me quedé a un lado, sentándome sobre la grama pero no acostándome. No quería perderme el espectáculo que ella me estaba dando sin saberlo.

—Sigue mirando hacia arriba—ella sonrió, como si en lugar de pedirle algo, le hubiese contado algo gracioso. —Es en serio, no me mires—le pedí, inclinándome más sobre su cuerpo. No porque yo deseara una cercanía más grande, solo quería ver algo, la sentí temblar debajo de mí, mi piel se erizo, sentí su respiración pesada, mi corazón latió más fuerte.

— ¿Qué estás haciendo?—si yo estuviese en su posición, también habría estado temblando, ella me estaba preguntando claro y directo. No me veía, estaba mirando el cielo, haciendo caso a mi petición. Tuve sentimientos maravillosos por eso.

—Descubrí una mejor manera de mirar el cielo—le dije. Me quede mirando sus ojos, de ese tono verde esmeralda, bosque profundo. Verde y espeso, de cualquier manera dulce. Pero no solo eran sus ojos, era el brillo y el reflejo. Podía ver la luna brillando en el iris y las estrellas bailando en sus pupilas. Vi el más maravilloso de los cuadros y descubrí que la vida y los paisajes más maravillosos se apreciaban mejor a través de sus ojos.

—Dímela—su aliento me acarició y en ese momento noté, que me había acercado demasiado, porque una obra como esta, una obra tan hermosa, tenía que ser vista de cerca.

Le conté lo que veía en sus ojos mientras ella seguía mostrándomelo. Acaricie su rostro mientras le hablaba de la luna y las estrellas, no iba a besarla, porque tenía demasiado miedo para hacer aquello, pero lo hice con mis dedos, toque sus labios, gruesos y suaves, mientras le decía que en sus ojos brillaban más aquellos cuerpos celestes.

Mi corazón latió aquella noche como nunca lo había hecho hasta entonces. Llenando mi cuerpo de un calor abrumador y un deseo loco por hacer cosas que no tenía planeadas, que me ruborizaban. Afortunadamente para mí, ella, quien podía girarme con un suave movimiento, se quedó quieta como si leyera en mi mente, como si supiera que si ese momento iba a llegar, aquella noche no lo era.

Lo agradecí en silencio y seguí besando su rostro con mis dedos. Calmando mi alma a través del tacto de mis manos.

Ya no podía negarlo a ella, a mí ni a nadie. Ya ni siquiera era capaz de controlar mis acciones cuando estaba cerca de ella. Era evidente, que mi toque no era parecido al de alguien que solo te quiere por amistad. Era evidente, que yo la miraba como si fuese el ser más maravilloso del planeta, y es que eso es lo que ella es para mí. Y simplemente ya no podía negarlo.

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