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001 - Tony Stark

"Me gustaría poder ver las estrellas." Le comentaste a Tony.

Te había llevado en su traje hasta lo más alto de la torre Stark, ahora la torre de los Vengadores.

No hacía falta aclarar, que tenías bastante miedo de la altura. Habías querido ver las estrellas en esta noche despejada de verano, pero te diste cuenta de que con todas las luces que tenía Nueva York, era imposible ver cualquier estrella.

"Volveré en un minuto," dijo Tony, colocándose la máscara. Soltó tu mano y voló, entrando en la torre. ¿Y ahora que estará tramando este hombre? Sólo pudiste esperar, ya que Tony era tan impredecible, intentando divisar una estrella, o algo.

Tony apareció al poco rato.

"Esto durará poco así que no parpadees," te avisó. Le miraste confundida, ya que no sabías a qué se refería con ello. Pero él solamente se quitó la máscara y miró el cielo maravillado, incluso parecía que su rostro brillaba. Tú hiciste lo mismo segundos después.

"¿Qué-?", pero no pudiste continuar ante la grandiosidad del cielo: todos los rascacielos de alrededor dejaron de tener luz propia, poco a poco la ciudad de Nueva York entera dejó de emitir luz para que las estrellas por encima de nosotros brillaran con su máximo esplendor.

"¡No puede ser!" gritaste, estabais los dos cogidos de la mano, te giraste un momento para mirar a Tony, quien no despegaba la mirada de ti. "¿Cómo lo hiciste, Tony?"

Volviste a mirar el cielo, estaba todo negro, y esos pequeños puntitos del cielo brillaban. Incluso unas estrellas brillaban con más intensidad más que otras.

Ahí abajo, en la ciudad, se oían los pitidos de los coches incluso los gritos de la gente. Ya que la ciudad entera se había quedado a oscuras, incluidos semáforos y farolas.

Todos los neoyorquinos y turistas tenían la mirada inclinada hacia el cielo. Ni siquiera podías parpadear. Querías tener esa imagen grabada en la retina para siempre. Pero Tony levantó su cabeza y se interpuso entre ti y las estrellas.

"¿Tony? ¡Déjame ver las estrellas por favor!" intentaste que se apartara, pero era inmovible. "Por favor," alargaste la "o".

Él te miraba atentamente, las comisuras de sus labios levantándose y sus ojos arrugándose. Te dio un casto beso en la comisura de los labios, para luego volver a tumbarse a tu lado.

Ambos con sonrisas estúpidas plasmadas en sus caras. Y los ojos brillando.