005 - Bucky Barnes

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Aceleré un poco, y después frené. Todo el rato así. Aceleraba un poco hasta llegar a la parte trasera del otro coche y después frenaba para no causar un accidente automovilístico.

Me dolía la cabeza del estrés. Me había pasado toda la noche anterior y esta mañana en el hospital y me faltaban muchas horas de sueño.

Miré a mi derecha y sentí envidia. En el otro carril (que iba en sentido contrario) de la autopista de Washington D.C no había atasco. Los coches no tenían por qué parar, ni dar frenazos. Ellos se movían y nosotros, los del otro carril, no.

La furgoneta de delante de mí volvió a ponerse en marcha y eso fue lo que hice yo segundos más tarde. Y después volvimos a frenar. Los atascos en hora punta en Washington D.C eran de lo más... aburridos y exasperantes. Nada interesante ocurría. Solo era acelerar y frenar todo el rato. Aburrido.

Ya llevábamos como un par de minutos y ningún coche se movía. Algunos conductores pitaban, y otros salían de sus coches a ver qué pasaba. ¿Qué estaba ocurriendo?

Pero vi por el rabillo del ojo algo grande deslizándose por la carretera del otro carril. Eso resolvió mis dudas. Giré mi cabeza para ver lo que era: Esa gran cosa de color azul era en realidad dos personas sujetadas a una puerta de un coche de color azul. Una tercena persona negra estaba en la carretera rodando.

El primer impulso que tuve fue ayudarles. Me desabroché el cinturón, y abrí la puerta del coche. Pero mi valentía duró poco: El hombre que estaba encima de la puerta se levantó rápidamente con una especie de escudo colorido. Se protegió con él. Algo impactó en su escudo y le hizo salir por los aires, y caer hasta la calle que había debajo de la autopista. Volví a entrar rápidamente al coche. Casi me pillo un pie cuando cerré la puerta. Los coches que había delante empezaron a acelerar. Hice lo mismo que ellos pero debido al miedo estrellé mi coche contra el muro de cemento que separaba los otros carriles. Los de atrás me pitaron y la mayoría me pasaron por delante.

La mujer pelirroja (la otra persona que estaba en la puerta del coche) saltó el muro y corrió por nuestro carril. A lo lejos había un grupo de hombres con armas disparándola. Presa del miedo me senté en el hueco del asiento y de los pedales. Cuando lo que debería haber hecho era correr. Tapé mi cabeza y reprimí un sollozo cuando una lluvia de balas atravesó los cristales del coche.

Cuando esa lluvia cesó, la adrenalina llenó mi cuerpo y me impulsó a salir de mi coche. No sabía a dónde corría, mi pelo me tapaba la visión, pero sabía que corría. Hasta que choqué con un coche de color negro. Caí hacía atrás, de culo. Me aparté el pelo de la cara para ver que no era un coche.

El hombre (si es que era humano) tenía un brazo de metal y sujetaba un arma demasiado grande. Tenía la cara tapada con una especie de bozal y unas gafas de sol. Todavía sentada en el suelo, me moví hacia atrás, alejándome de él. El hombre se quedó quieto, mirándome. Seguí arrastrándome hasta que no podía moverme más ya que había un coche detrás de mí. El hombre recargó el arma y cerré los ojos, algunas lágrimas escapándose. Cuando no oí ningún disparo, los volví a abrir para ver que estaba apuntando a alguien abajo, en la calle.

Me levanté y me quedé agazapada, todavía mirando al hombre. Conté mentalmente hasta tres, y eché a correr hacia atrás. Los disparos volvieron a sonar y me tiré detrás del coche que antes me había impedido moverme.

Quedé tirada en el suelo, y me tapé la cabeza con las manos. Por debajo del coche vi al hombre del brazo de metal en el suelo. Se quitó las gafas y se volvió a levantar, levantando el arma para apuntar hacia debajo. Me escondí lo mejor que pude, mi espalda quedó apoyada en el bloque de hormigón. Entre el bloque de hormigón y el coche había un poco de espacio para que pudiera ver lo que ocurría.

Un hombre con otro arma se acercó a él y le empezó a habla en otro idioma. El del brazo de metal miró hacia mi dirección, logrando conectar sus ojos con los míos.

-    Ne ubit' devushku* – conseguí oír al hombre con el brazo de metal, aún mirándome. Intercambió el arma con el hombre y saltó hasta caer en la calle que había debajo.


*No mates a la chica.

Imaginas Marvel #MEAs2016 #MEAs2k16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora