033 - Scott Lang

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Era bastante tarde cuando saliste de tu trabajo. Caminabas por la calle (por donde siempre solías ir para llegar a tu casa). Hubieras dicho que era un día normal, simple y aburrido. Pero había algo diferente hoy. Habían pasado varios coches de policía a tu lado, lo cual te parecía raro ya que nunca suele ocurrir algo en esta ciudad. Pero lo más raro que viste esta noche fue la hormiga gigante caminando hacia ti. Como si fuera algo normal.

Respiraste más segura cuando te encerraste en la cabina telefónica que estaba a tu derecha, al lado de la carretera. ¿Todavía sigue habiendo cabinas telefónicas? Bueno, da igual. La hormiga gigante siguió caminando, pasó por delante de ti y cuando creías que iba a seguir de largo, se para y empieza a olisquear la cabina. Cierras con más fuerza la puerta de cristal por el miedo.

Cuando te refieres a hormiga gigante, no te refieres a la hormiga Myrmecia que puede llegar a medir 3 centímetros. No. Esta medía mucho más que tres jodidos centímetros. Esta podía llegar, perfectamente, al metro de largo y poco más de medio metro de altura.

-    ¡Me va a comer! – gritaste cuando la hormiga apoyó sus patas delanteras en el cristal y movió sus antenas y su boca. Con la mano temblorosa, le pusiste el cerrojo a la cabina.

No te podías esconder porque la cabina era completamente de vidrio y la hormiga no es que fuera ciega. Cuando estabas a punto de ponerte a gritar, patalear y a llorar  (ya lo estabas haciendo antes) como una persona que teme a los bichos (que lo haces) aparece un hombre para ayudarte. Era como el caballero de brillante armadura, solo que en vez de tener una armadura tenía un traje rojo y un casco metálico en la cabeza.

-    ¡No te asustes! – gritó el hombre. – No hacen nada. No hay por qué temerlas.

El hombre le tocó la cabeza a la hormiga como si fuera un perro, o una mascota común. Jurarías haber visto una sonrisa en la cara de la hormiga cuando el hombre le palmeó la cabeza.

-    ¿Por qué es así de grande? – le preguntaste. Tenías la sospecha de que él tenía que ver algo con esa hormiga gigante, o al menos, debía saber algo.

-    Es bastante complicado de explicar - habló el hombre.

-    ¿Me comerá?

-    Es herbívora - te explicó el hombre con calma.

Antes de dejarle continuar, metiste dos monedillas en el teléfono y rápidamente llamaste al 911. Llamaste a la policía porque no te sabías el número de la perrera (¿Acaso una perrera iba a aceptar una hormiga gigante?). Por el rabillo del ojo viste al hombre gritar un "no", e intentó abrir la puerta de la cabina telefónica. El hombre aporreó la puerta de cristal, pero no abriste. Después de dejar de intentar abrir la puerta, tocó un botón en su cuello y el casco le cubrió la cara y después desapareció.

La boca se te abrió de la incredulidad mientras sostenías el teléfono en tus manos. El hombre había empequeñecido hasta desaparecer. En ese momento alguien cogió el teléfono.

-    Policía. ¿Qué desea? – habló una mujer desde el teléfono.

-    Yo-

Pero no pudiste hablarle a la mujer ya que el hombre que antes estaba fuera de la cabina y había desaparecido estaba dentro de la cabina. Y digamos que la cabina no estaba hecha para dos personas adultas. Tu cuerpo quedó prácticamente pegado al cristal con el teléfono todavía en la mano. El hombre había pulsado el botón de colgar la llamada. Se volvió a tocar el botón del cuello, el casco se abrió, mostrando su cara y sus ojos te miraron fijamente, como si dijera: No vuelvas a hacer eso.

-    Hola, soy Scott - susurró. ¿En serio acaba de decir Hola, soy Scott?

-    Hola Scott.  Pero, si no te importa, quiero salir - dijiste cohibida por tanto espacio personal invadido. Scott acercó un poco su cara pero después asintió. Consiguió desbloquear la puerta, salió el primero y después tú. – Gracias.

Siguió acariciando la cabeza de la hormiga gigante mientras tú te alejabas (corriste) de él y de la hormiga.

Imaginas Marvel #MEAs2016 #MEAs2k16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora