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073 - Pietro Maximoff! >>

ADVERTENCIA: Fondue. Lee bajo tu propia responsabilidad.

Pietro (tu novio) y tú salisteis de vuestro cuarto y entrasteis en el ascensor. Os habías vestido elegantemente, tú con vestido y él con traje. Bueno, en realidad, Tony os había pedido que os vistieras elegantemente y así podríais ir a una cena.

En el ascensor solo estabais tú y él. Pietro te miraba con una sonrisa traviesa a gravés del espejo y tú sabías que iba a acabar todo mal.

Todo empezó con Pietro pasando la mano por un costado de tu cuerpo, hasta que te tuvo entre sus brazos y susurrándote cosas al oído:

-    Venga, uno rapidito – te decía mientras te mordía la oreja y te chupaba el cuello. – Sabes que soy muy rápido. No tardaremos nada.

Y tú accediste.

Hacerlo en un ascensor era una nueva experiencia para ti. Pietro fue rápido en cogerte de los muslos y apoyarte sobre la pared más cercana. Vivíais en la última planta de la Torre Stark, lo cual os permitía más tiempo. Os empezasteis a besar descontroladamente, el ambiente cada vez subiendo más de temperatura.

Sin separaros del beso, tú empezaste a desabrocharle el pantalón mientras que él intentaba quitarte la ropa interior. Sonó como se desgarraba algo y te separaste de él con los ojos como platos.

-    ¿Me has roto-?

Pero él te calló con otro beso. Conseguiste desabrocharle el botón y bajarle la cremallera. Hurgaste en sus pantalones para poder sacar su bulto (que cada vez iba haciéndose más y más grande). Subiste y bajaste la mano sobre su miembro hasta que estaba bien empalmado y te sentaste en él (con ayuda de Pietro).

Pietro te dejó solamente unos segundos para que te ajustaras y después empezó con el vaivén de sus caderas.

Tus ojos se fueron hacia atrás y apoyaste la cabeza en la pared cuando Pietro subió la intensidad y velocidad. Pietro tenía una sonrisilla estúpida en la cara mientras te veía como te deshacías en nervios delante de él. te apretó más las caderas y te besó los labios (ya que empezabas a gemir descontroladamente).

Si hubierais seguido así, habríais llegado a un rápido y demoledor orgasmo. Pero no fue así.

Con un pitido (que indicaba que las puertas se abrían) no bastó que pararais. En ningún momento notasteis que el ascensor había dejado de moverse. Pero la persona que habló sí que bastó para que pararais:

-    ¡Pero bueno! ¡Seréis guarros! – gritó Steve. Ay, el pobre e inocente Steve.

Pietro y tú os separasteis del beso rápidamente. Te bajó hasta que apoyaste los pies en el suelo. Él se abrochó los pantalones con su inhumana velocidad y después se dio la vuelta para encarar a Steve. Tú, detrás de él, te alisabas la falda. Y viste en el suelo tu ropa interior rota.

Steve estaba con la cara completamente roja y con el ceño fruncido.

-    Mejor bajo por las escaleras – gruñó Steve, dándose media vuelta.

Pietro pulsó vuestro piso y las puertas del ascensor se cerraron. Después se puso en marcha.

-    Vamos a acabarlo – gruñó Pietro. – Y me importa una mierda esa cena.

-

Al día siguiente, estabais todos reunidos en el comedor, (donde había sillas para todos vosotros).

-    Ayer – empezó a hablar Tony. – En el ascensor había un tanga roto.

Todos fruncieron el ceño (excepto Pietro y tú que parecíais impasibles) y Steve se puso completamente colorado.

-    Presupongo que fue de alguna chica – Natasha y Wanda le miraron mal. – Pero Steve se acaba de ponerse rojo. Lo cual me deja en dudas. ¿Steve era tuyo?

-    ¡No es mío! – gritó Steve. Steve iba a decir de quién era pero le pegaste en la espinilla por debajo de la mesa, lo que hizo que maldijera en vez de decir el culpable.

-    ¿De una amante tuya? - preguntó Tony y todos se rieron.

Y bueno, todo el mundo pensó que era de Steve.